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Marcelo mira a los ojos
Por Gustavo Veiga
Para empezar no está mal. Hay un cambio y se notó durante la conferencia de prensa. Marcelo Bielsa, distendido y hasta sonriente, no lució forzado, a la defensiva, inescrutable como era su costumbre. La principal diferencia entre un técnico y el otro –aquel que trabajó hasta el Mundial y éste de hoy– se percibió en sus ojos. Rara vez dejó de mirar un punto en el vacío, como si necesitara abstraerse de su entorno, mientras duró su primera experiencia de cuatro años, hasta que zozobró en Japón. Muy contadas fueron las ocasiones en que fijó su vista en el periodista de turno, ante una pregunta que lo aguijoneó o una reflexión que expuso sus virtudes de conductor. El técnico de la Selección, después de Daniel Passarella y antes de su reconfirmación, siempre se había mostrado distante, con la prensa y hasta con los dirigentes que acaban de presentar su segundo ciclo, aquella continuidad de la que, hasta el propio Bielsa, se sorprendió.
Ayer, el entrenador se sentó al lado de Julio Grondona y los miembros de la comisión que negociaron los puntos más espinosos de su contrato para dar el puntapié inicial. Respondió a todas las preguntas, no fijó condicionamientos ni topes horarios, pero sí ratificó su voluntad de mantener el sistema de conferencias de prensa que rigió hasta hoy. “No quiero seleccionar a los medios que atendería”, confesó, como si ya resultara suficiente con su labor de seleccionador futbolero.
Pero, esta vez, su enfoque sobre la comunicación –dijo que, para él, era indispensable– no fue lo importante, sino su modo de ejercerla. Miró fijo a cada periodista que lo interrogó y no para otro lado como si estuviera ausente, se exaltó, sí, pero no merodeó la omnipotencia y realizó una autocrítica a su manera, con frases del tipo “me cabe la responsabilidad de asumir el fracaso deportivo como conductor” o “lo mejor del rendimiento en el Mundial fue contra Suecia y yo lo debería haber obtenido antes”.
Bielsa, reflexivo y apasionado, formuló agregados a las respuestas que pensó no habían sido bien interpretadas, no dudó en defender sus verdades de cruzado futbolístico cuando así lo demandó la conferencia y hasta sonrió junto a Grondona, Meiszner y compañía. Enhorabuena si la comunicación se torna más desacartonada y el técnico abandona las posiciones defensivas en público, que nunca tuvo su Selección sobre una cancha.