ECONOMíA › CONDUCIR LA CONVOCATORIA, PERO NO EL CONFLICTO

Camiones en piquetes y sin chofer

 Por Raúl Dellatorre

En la última semana de mayo, cuando el conflicto planteado por las organizaciones rurales transcurría ya su tercera quincena, las federaciones de transportistas de carga de las principales provincias productoras le llevaron al ministro de Planificación, Julio De Vido, y al secretario de Comercio, Guillermo Moreno, un planteo terminal: o el problema que impedía el tránsito de cereales se resolvía en cortísimo plazo o saldrían a ocupar las rutas. La respuesta que recibieron es que no era contra el Gobierno que debían reclamar, sino a los dirigentes rurales que motorizaban la pelea. Hoy, con una quincena más transcurrida, el conflicto está en un punto más grave e incontrolable.

Aquel planteo ante las máximas autoridades de Planificación y Comercio había tenido como voceros a las federaciones de transportadores de cargas de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos y La Pampa. Posteriormente, se les sumaría la de San Luis. Todas están adheridas a la Confederación de Asociaciones del Transporte Automotor de Cargas (Fatac), que en el orden nacional encabeza Rubén Agugliaro, dirigente que ganó prestigio y fama por sus modos rudos y directos, formados en sus años de transitar rutas detrás de un volante. No por nada tiene tan buena llegada a Hugo Moyano: hablan un mismo lenguaje. Agugliaro es un “camionero” que se hizo empresario, hoy propietario de una pequeña flota y dedicado al gremialismo patronal.

Catac se declaró prescindente, dejó “en libertad de acción” a las organizaciones provinciales que la integran pero hizo suyas todos y cada uno de sus reclamos. En realidad, resumidos en uno sólo, que hasta lleva el “sello” de Agugliaro, sencillo y directo: si no se transporta granos no trabajamos, y si no pasamos nosotros, no pasa nadie.

Con el conflicto entre Gobierno y ruralistas trabado, el planteo hasta sonó “simpático” en ambos extremos de la cuerda. La misma demanda que los transportistas llevaron a las oficinas de De Vido se tradujo, en las rutas, a la dirigencia rural: en vez de cortes parciales, corten todo, así aceleran una resolución. Nosotros no, decidan ustedes, le respondieron. Fue en los últimos días de mayo. La respuesta vino el martes 3: lockout total de transporte de carga con ocupación de rutas en todo el país.

Se dejó hacer. Se dejó avanzar. No hubo reglas ni supervisión directa, ni asambleas en ruta. Simplemente, camiones cruzados y pocas palabras. “Son camioneros, gente de acción sin muchas explicaciones”, explicó con picardía un allegado a una entidad que los agrupa. Al día de ayer, cada corte de ruta era autónomo en su organización, en la decisión de la ubicación, su composición y forma que adopta. De igual forma, no reconoce una conducción orgánica, sino que simplemente “salen a expresar la bronca”. Por eso, hasta es posible que se encuentren y “compartan” el corte con productores, como ocurre en algunos puntos de la Ruta 9 y en tramos de rutas provinciales de Santa Fe.

A esta altura, no es raro encontrar piquetes que ni siquiera tengan en claro por qué cortan. “Hay cortes de 20 o 30 personas, entre los cuales encontrás quienes se referencian en organizaciones diferentes, e incluso con ninguna”, describió un dirigente que recorre diariamente los piquetes. “La pregunta es qué harán cuando las entidades nacionales levanten las medidas, ¿acatarán a quien no los conduce?”, agregó. Nadie podría responderle con certeza.

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