El jefe de Gabinete, Sergio Massa, anunció ayer por la tarde desde las puertas de la residencia presidencial de Olivos, que hoy encabezará una reunión con funcionarios de diversas áreas de gobierno, principalmente de las económicas, con el objetivo de “evaluar la marcha de la crisis internacional”. La información se dio a conocer casi en forma simultánea a la distribución de un comunicado por parte de la Unión Industrial Argentina, en el cual se reclama al jefe de Gabinete una reunión urgente “con el objeto de evaluar, en forma conjunta, alternativas para minimizar el impacto de la crisis y su efecto en las cuentas fiscal y comercial, en la política cambiaria, el empleo, la producción y el nivel de actividad”. Aunque el cónclave convocado para hoy no contempla la participación de sectores privados, podría ser el primer paso para que el Gobierno empiece a definir posición frente a la demanda empresaria. “Mañana (por hoy) nos reunimos para evaluar la marcha de la crisis”, respondió ayer Massa sin dar a conocer otros elementos. Trascendió, sin embargo, que el eje central del debate de hoy entre los funcionarios, además de tratar de analizar el potencial impacto de la crisis mundial fronteras adentro, será la coordinación de las políticas de regulación de diferentes organismos, que algunas veces se “pisan” y otras se contradicen. Como en otros países, también en la Argentina la crisis encendió la alarma sobre las gruesas fallas y vacíos que dejan los mecanismos de control al sector financiero.

La Mesa de Coordinación está integrada por el secretario de Finanzas, los titulares de la AFIP, la Anses, el Banco Central, la Comisión Nacional de Valores, y de las superintendencias de AFJP y de Seguros. La coordina el jefe de Gabinete y hoy tendrá su primera reunión. Tiene antecedentes no tan lejanos, pero poco exitosos. Entre 1998 y 2001 funcionó una comisión de seguimiento a la que aportaban distintos ministerios, pero no llegó nunca a resultados concretos. Ni siquiera pudo anticipar lo que se venía con la caída de la convertibilidad, en diciembre de 2001. Posteriormente, en 2003, reapareció con un intento semejante pero desapareció rápidamente, después de dos encuentros inútiles.

Esta vez, la mesa corre con la ventaja de que la crisis fue prohijada por entero desde fuera del país. Aunque sus efectos amenazan prolongarse por mucho tiempo. Conscientes de que los mercados financieros actuarán como correa de transmisión entre la crisis internacional y la economía real, el eje de discusión podrá ser hoy cómo evitar las incoherencias en la intervención de los distintos organismos. El promotor de la coordinación entre los entes oficiales de regulación y control habría sido Carlos Weitz, superintendente de AFJP, preocupado por políticas de la Secretaría de Finanzas que podrían contradecirse o superponerse con normas del Banco Central en la emergencia (la implementación de la recompra de bonos en poder de las AFJP, por ejemplo).

El ejemplo puntual mencionado no es el único, pero podría ser una muestra de un modelo de regulación precario, el cual es fácilmente eludido por los holdings bancarios que actúan en varios espacios económico-financieros a la vez, con operaciones entre ellos. Precisamente, las filtraciones de este tipo podrían llegar a inutilizar toda medida de regulación y acelerar un eventual “contagio de la crisis”.

“Nos pidió que trabajemos en equipo”, había comentado durante el fin de semana Amado Boudou, titular de la Anses, para señalar el mandato de la Presidenta al proponerles la creación de la mesa. La coordinación de los ámbitos de regulación será, además, un requisito para poder avanzar en una respuesta desde el Gobierno que contemple las preocupaciones de los sectores empresarios. La UIA se convirtió ayer en el primer sector en hacer pública su demanda de evaluación conjunta de “alternativas para minimizar el impacto de la crisis”.

Entre los analistas cercanos al Gobierno, se interpreta que la protección del nivel de actividad interna se convierte en la actualidad en el principal objetivo, y la utilización del crédito sería el instrumento más eficaz para impulsar a los sectores productivos. De allí el celo extremo en “cuidar y manejar” el sistema bancario.

El comunicado de la UIA también reclama estar alertas a la evolución de las variables de la economía brasileña, en particular del tipo de cambio. La impactante devaluación del real en relación con el dólar en las últimas semanas descoloca a los productos importados y agrega competitividad a la industria brasileña frente a sus vecinos. El desequilibrio en el comercio entre ambos países puede agravarse para la Argentina.

Pero lo peor sería que ocurra en base a un descenso de las compras brasileñas, como ya empieza a verificarse en el rubro automotor. Aunque no se trate de una situación recesiva, en Brasil se verifica una retracción en las ventas de bienes durables, presumiblemente como una reacción precautoria. Además, por efecto del tipo de cambio, habrá sustitución de importados por productos de origen brasileño. Impactos que, en todos los casos, habrá que seguir de cerca.