Mientras prepara lo que denomina un plan de transición, Mariano Recalde no tuvo empacho de acusar a Marsans de haber sido “muy eficiente en vaciar la empresa” e imputarle haber “robado los bienes”. Ese robo se habría concretado a través del traspaso de activos, desde sucursales hasta repuestos a Air Comet, la otra línea aérea que explota el operador privado. Los dichos hacen suponer más lejano un acuerdo con los accionistas españoles para terminar de un modo pacífico el proceso expropiatorio.

Para el titular de Aerolíneas, la clave está en capear el temporal que derrumbó los ingresos de la compañía en julio. En declaraciones radiales, ayer reiteró que la empresa pierde “en promedio 33 millones de dólares por mes”, monto que fue superado durante julio. “Si la política se mantiene, el objetivo es sostener Aerolíneas con un servicio público que comunica la Capital Federal con un montón de destinos que no son rentables”, señaló el titular de la empresa. No es la primera vez que desnuda su criterio en este sentido: Aerolíneas y Austral deben prestar un servicio público, prioridad que deja en un segundo plano si es deficitaria. Aún así, prometió “reducir en mucho” la actual brecha entre ingresos y egresos. Para esto, lo clave será renovar la flota, de modo tal que los aviones sean más eficientes. “Esto concluirá a fines del 2010, y entonces la empresa será más viable”, señaló el abogado. “Si a eso se le suma un plan de reestructuración del gasto, el déficit va a bajar mucho”, prometió el funcionario, para quien el penoso estado en que se encuentra hoy la compañía aérea es en parte consecuencia de los desmanejos de Marsans. “No fue falta de inversiones, sino directamente vaciamiento”, sentenció.