El inicio de la Asamblea de Primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en Washington requirió toda la atención y un estado de alerta permanente por parte de la delegación argentina, encabezada por el ministro Amado Boudou y la flamante titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. Y es que mientras, por un lado, los dos referentes económicos del gobierno de Cristina Fernández recibían una buena acogida a su relato sobre la recuperación del manejo de la política económica local y la estrategia de desendeudamiento, por el otro fueron destinatarios de sutiles presiones de parte de los funcionarios de los citados organismos para que Argentina volviera a adecuarse a las obligaciones que imponen a sus miembros. El retorno a las revisiones periódicas de la evolución macroeconómica y la participación del FMI en tareas de “asistencia técnica” para “colaborar” con el Indec fueron los ejes principales de una avanzada que busca “volver a disciplinar” a la Argentina.

“Por el propio interés de las autoridades (argentinas), de ir mejorando la calidad de sus estadísticas, hemos ido aproximando y hemos estado disponibles para realizar misiones de asistencia técnica”, fueron las cuidadosas palabras que utilizó el chileno Nicolás Eyzaguirre, director del FMI para América latina, para referirse al intento de avance del Fondo sobre el Indec. Un “avance esperanzador”, dijo, pero en referencia al resultado que, según evaluó, tuvo su encuentro con Boudou. Eyzaguirre también mencionó que habían conversado sobre la conveniencia de extender las mediciones de precios y la encuesta de hogares que realiza el Indec a todo el país, y no limitarla al área Gran Buenos Aires.

El propio Eyzaguirre fue quien, en rueda de prensa, se refirió a América latina recomendando una “significativa flexibilidad cambiaria” y disciplina fiscal, para atenuar los riesgos de entrar en nuevos ciclos de auge y caída. Sostuvo que para una más firme recuperación respecto de la crisis financiera mundial, para los países de la región era fundamental incrementar la credibilidad de sus políticas macroeconómicas. “Algunos de ellos podrían beneficiarse de una relación más regular con el FMI, ya que eso podría facilitar su acceso a los mercados financieros”, afirmó sin mencionar a ninguno, aunque la referencia era obviamente para Venezuela y Argentina, los dos países que no participan de las revisiones periódicas del FMI.

El responsable regional del FMI señaló que en la actualidad el hemisferio tiene acceso a financiación externa barata y abundante. Pero subrayó que esa situación tiene el potencial de provocar burbujas en los precios de los activos e incrementar los déficit por cuenta corriente. “El que esos riesgos se materialicen o no depende de forma crítica de las políticas que se implementen”, señaló el ex ministro de Finanzas chileno.

Con respecto a las políticas macroeconómicas que viene implementando Argentina, tanto durante la crisis como en los meses posteriores, Marcó del Pont tuvo ayer en Washington una elevada exposición. La presidenta del Banco Central explicó la estrategia del Gobierno y de la autoridad monetaria en sucesivas reuniones que mantuvo con el presidente del Banco de Francia, Christian Noyer, y el titular del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan. La funcionaria destacó en ellas “los grados de libertad” que el Gobierno estaba ganando en el manejo de la política económica a partir de la estrategia de desendeudamiento. En ese marco, destacó el significado global del lanzamiento del canje de deuda para salir del default.

Con su par chino hubo un intercambio de experiencias respecto del uso de reservas. El gigante asiático cuenta con un fondo integrado con reservas que invierte en empresas y otros instrumentos vinculados con la economía real. Las reservas de China son, en magnitud, las más importantes del mundo y, por estar constituidas fundamentalmente por activos en dólares (moneda y títulos públicos), ese país es por lejos el principal acreedor de Estados Unidos. Estas condiciones, sin embargo, no le impiden hacer uso de las reservas para fines productivos.

La presidenta del Banco Central avanzó, además, ante Zhou en la formulación de la posición argentina en favor de la regulación de los movimientos de capitales de corto plazo, que afectan especialmente a los países en desarrollo. Ratificó lo expresado ante el Grupo de los 20 en el sentido de que deben estudiarse mecanismos de regulación para evitar o, al menos, tener un seguimiento de los capitales especulativos.

La agenda de esta asamblea conjunta del FMI y el Banco Mundial, así como la reunión de ministros y titulares de bancos centrales del G-20 que funciona en paralelo, está dominada por la crisis en Grecia y su eventual contagio. Sin embargo, nadie habla en Washington abiertamente de ello ni aparece volcado en los documentos oficiales. Nadie quiere hacer explícito que el brutal ajuste que la Unión Europea y el FMI le están requiriendo al gobierno griego es, justamente, la repetición de las políticas de intervención que llevaron a gran parte de las crisis económicas de las últimas dos décadas.