El trabajo “en negro” cayó 1,8 punto porcentual en términos anuales. Según las cifras que publicó el Indec, se ubicó en 34,6 por ciento en el primer trimestre del año, frente al 36,4 en que estaba en igual período de 2009. En el Ministerio de Trabajo aseguran que este desempeño se debe a una modificación en la composición entre los registrados y los no registrados en favor de los primeros, más que a un aumento neto del empleo. La recuperación económica, medidas de protección sectoriales, el plan oficial de blanqueo y los operativos de inspección por parte de la AFIP y la cartera laboral son algunas de las razones que pueden haber motivado el resultado. A pesar de la baja, la porción de trabajadores sin derechos laborales básicos resulta muy alta, sin presentar un avance sustancial respecto de la situación de diez años atrás, en plena descomposición del modelo de convertibilidad y próximo a la explosión de 2001.

Los datos referentes al primer trimestre muestran una tasa de actividad del 59 por ciento, con un nivel de empleo del 54,1 por ciento de los activos. Ambos ratios fueron calculados por el Indec sobre el universo de las personas mayores de 14 años. La desocupación llega a 8,3 por ciento, junto a un nivel de subocupados que alcanza el 9,2 por ciento. Tanto el nivel de empleo como el de desocupación se mantuvieron relativamente estables en términos anuales, lo que muestra el bajo impacto laboral local de la crisis global.

Entre el primer trimestre de este año y el mismo período de 2009 crecieron las exportaciones por la mejora en el contexto internacional, se mantuvo alto el consumo privado y subió la inversión pública. Esto permitió que, a pesar del impacto recesivo, la economía esté no muy lejos de los valores previos al estallido financiero. Los analistas coinciden en que dicho nivel podría alcanzarse en el próximo bimestre.

En este contexto se inserta la mejora en el empleo no registrado. En un año pasó de 36,4 a 34,6 por ciento, una caída de 1,8 punto porcentual en doce meses. Frente al trimestre anterior, en tanto, la baja fue de 1,5 punto porcentual, aunque este descenso responde también a motivos estacionales. Desde Trabajo entienden que lo que se modificó fue la composición del empleo, en base a una población ocupada relativamente constante. Es decir que en términos relativos, el empleo registrado creció frente al trabajo en negro, pero esto no se debió a una creación de puestos nuevos. En todo caso, pudo haber habido generación de puestos compensada con la destrucción de otros, junto a un efecto “blanqueo”.

El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, lo atribuye a “la concientización, la simplificación de trámites y las inspecciones realizadas por el Ministerio de Trabajo, la Anses y la AFIP”. En la cartera laboral mencionan que el plan de blanqueo “tuvo un impacto razonable”. Ofrecía una condonación de las contribuciones patronales adeudadas y la reducción de la carga en un 50 por ciento para el primer año de registración y de un 25 por ciento para el segundo.

De todas formas, el actual nivel de empleo en negro implica que uno de cada tres trabajadores carece de los derechos laborales básicos, como jubilación, indemnización, obra social, aguinaldo y vacaciones, entre otros. Son más de 4 millones de trabajadores. En el 2000, ese ratio se ubicaba en 37,4; en 2001, en 38,5 y en 2003 rozó el 50 por ciento, como herencia de la convertibilidad y su modelo para el mercado de trabajo. Más allá de la sensible baja desde aquel momento, la fuerte intensidad del crecimiento del PIB, de la generación de empleo y de la acumulación de ganancias empresarias desnudan que el combate contra la precarización laboral no ha tenido un resultado tan virtuoso.

El grupo de edad más castigado es el de los jóvenes. Tanto hombres como mujeres de hasta 29 años muestran los mayores índices de desempleo, con el 11,3 y el 20,1 por ciento, respectivamente.

Informe: Javier Lewkowicz.