La balanza comercial en febrero registró un superávit de 608 millones de dólares, un valor similar al contabilizado un año atrás, informó ayer el Indec. Las exportaciones llegaron a 5407 millones de dólares, con un crecimiento del 33 por ciento, impulsadas por los cereales, productos derivados de la soja y vehículos. Las importaciones sumaron 4799 millones, un avance del 39 por ciento por el ingreso de bienes intermedios y de capital. En lo que va del año, la caída en el ingreso de dólares por la vía comercial es del 38 por ciento, pero en el Gobierno estiman un superávit para fin de 2011 de nueve mil millones de dólares. Por lo tanto, la apuesta oficial es reducir la caída a un 25 por ciento con respecto a 2010. Ese objetivo se planea lograr con la puesta en práctica de una serie de medidas puntuales para estimular las exportaciones y desincentivar las importaciones.

El Gobierno instrumentó la ampliación de las licencias no automáticas de importación, el pedido a las automotrices para que equilibren su ecuación comercial, el control sobre la importación de alimentos y los antidumpings y valores criterio. La apreciación cambiaria, pero sobre todo el crecimiento de la economía, amenazan con deteriorar la balanza comercial en los próximos años, lo que eventualmente generaría una presión para devaluar, con efectos negativos sobre los salarios reales y la demanda agregada. La devaluación promovió la recomposición industrial luego de la crisis de 2001, pero en este contexto tendría un efecto inverso. Un dato a favor para 2011 es que, según estimaciones del Ministerio de Agricultura, la cosecha de cereales, oleaginosas y otros cultivos en la próxima campaña superará los 100 millones de toneladas, con un importante ingreso, 30 mil millones de dólares (ver aparte).

El rubro exportador con mayor crecimiento interanual fue productos primarios, con el 91 por ciento, explicado por la fuerte suba de 165 por ciento en la cantidad vendida de trigo y de 34 por ciento en su precio, con destino a Sudáfrica, Marruecos y Turquía. También avanzó la colocación de porotos de soja. Las manufacturas de origen agropecuario subieron un 35 por ciento, comportamiento ligado a los subproductos de la soja. La cantidad vendida de harinas y pellets de soja creció un 50 por ciento, con destino a Indonesia, Países Bajos, Dinamarca y Siria, mientras que el aceite de soja hacia Bangladesh, Corea del Sur e Irán aumentó en precio el 28 por ciento, aunque cayó el 8 por ciento en cantidades.

Un buen reflejo de la actual dinámica del comercio exterior lo proporciona la industria, cuyas exportaciones crecieron un 22 por ciento, impulsadas por el sector automotor (35 por ciento), productos químicos por la venta de biodiesel (26,0) y materia plástica y metales, con una suba del 25 por ciento. A pesar de este buen desempeño, las importaciones industriales avanzaron a un ritmo mucho mayor. La compra de bienes de capital para la industria subió un 59 por ciento, mientras que los suministros para la manufactura, un 35 por ciento. Del mismo modo, las piezas y accesorios para bienes de capital (en buena medida autopartes) crecieron un 41 por ciento. El comportamiento da cuenta del aumento en la inversión productiva, aunque en bienes de capital también se computa la compra de celulares. La adquisición de vehículos creció un 25 por ciento.

En el plano energético, el mes fue superavitario, aunque la posición empeoró respecto del año pasado. La exportación de combustibles y energía bajó un 2 por ciento a partir de la caída en carburantes, a pesar de la suba en la colocación de petróleo crudo. La entrada de combustibles, lubricantes básicos y elaborados subió un 155 por ciento, en especial por las compras de gasoil y gas natural líquido. Los bienes de consumo subieron un 25 por ciento y representaron un 11,2 por ciento del total de las importaciones.