Sábado, 3 de septiembre de 2011 | Hoy
ECONOMíA › EL GOBIERNO BUSCA DEBILITAR EL REAL PARA ESTIMULAR LA ECONOMíA
Por Javier Lewkowicz
El real se depreció ayer 2,4 por ciento, al cerrar a 1,64 unidades por dólar. La moneda brasileña acumula una pérdida de casi 7,2 por ciento desde fines de julio, momento en el que había alcanzado su máximo en más de diez años (1,53). La baja del real es significativa a la luz de la dinámica de los últimos tiempos: en algo más de un mes perdió prácticamente todo el terreno avanzado en el año. El Banco Central, de manera inusual respecto de como venía operando, aplicó una reducción de la tasa de interés de 0,5 punto porcentual días atrás. Más allá de la preocupación que expresan empresarios argentinos, una leve depreciación del real que impulse el crecimiento brasileño es positiva para las exportaciones locales y para evitar que el país vecino intente colocar aquí sus excedentes.
La inflación no es un problema que afecta sólo a la Argentina. En Brasil, también movilizada por la dinámica de los precios internacionales de las materias primas, lleva 7,1 por ciento en los ocho primeros meses del año, cuando el objetivo para todo 2011 era 4,5, según propuso la autoridad monetaria. Uno de los factores determinantes para explicar por qué en la Argentina la inflación es más del doble que en Brasil es la política cambiaria. Mientras el peso desde principios de 2010 se depreció 10,7 por ciento, el real subió 4,7. Si la tonelada de trigo (precio FOB) trepó 26,7 por ciento en dólares, el avance en pesos ascendió a 40,2 por ciento. En reales fue del 20,7 por ciento: casi la mitad.
La política antiinflacionaria brasileña es la apreciación del real, y se instrumenta a partir de la suba de la tasa “Selic”, que es la tasa de interés de referencia para operaciones financieras. La determina el Comité de Política Monetaria del Banco Central (Copom) en reuniones cada 45 días. La suba de la tasa atrae capitales de corto plazo, que aprecian la moneda.
La suba del real perjudica a los industriales brasileños, y el alza de tasas desestimula la inversión productiva. El resultado es que en el primer semestre Brasil creció sólo 3,6 por ciento, según informó ayer el gobierno, muy por debajo de la Argentina, por ejemplo, que avanzó 8,8.
Analistas señalan que incluso con el real sobrevaluado, el aparato industrial brasileño funciona gracias a un fuerte esquema de subsidios y los créditos baratos del BNDS. De hecho, el desempleo no creció a pesar de los datos negativos. Aun así, la presidenta Dilma Rousseff dijo días atrás que quería tener “en el horizonte la posibilidad de reducir los intereses”. Se daría una puja entre el gobierno y su intención de bajar las tasas y la burocracia ortodoxa que domina la autoridad monetaria.
El Copom, por cinco votos a favor y dos en contra, aplicó el jueves, después de cinco alzas consecutivas, la primera reducción de tasa desde julio de 2009. Con esa decisión busca frenar el ingreso de capitales, objetivo que no alcanzó el impuesto que aplicó meses atrás el gobierno. La suba del dólar puede beneficiar a industriales, aunque hace unos días el gobierno elevó su objetivo de superávit fiscal para este año en 6 mil millones de dólares, que supone una política contractiva. El efecto final es incierto.
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