Sábado, 3 de septiembre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › SITUACIóN EN DAMASCO
Por Khalid Ali *
Desde Damasco
Esta capital es plaza fuerte del dictador sirio Bashar al Assad y es un lugar donde las apariencias engañan. Los adolescentes, impecables, siguen mirándose y buscándose en los parques y jardines de la ciudad. Las familias siguen paseando por la calle Salhiyeh, donde la estatua del notorio Assad padre los mira desde el pedestal y mientras compran jeans y hijabs en oferta o toman jugos de pomelo. Hasta el gobierno se porta bien, con carteles medio orwellianos por toda la ciudad que dicen cosas como “Siria anda bien”. Pero bajo esta normalidad se puede ver que éste es un Estado policial. Mientras el mundo mira a Libia, el gobierno sirio mata. Ayer fueron trece, según la oposición, seis en esta ciudad aparentemente normal pero en realidad sitiada por su propio presidente.
Un militante opositor que se hizo llamar Houssam lo explicó en un tour en minibús por las calles de Damasco. Una muestra fue cómo reconocer a los abundantes awaayani, informantes. “Vea esos vendedores de golosinas callejeros”, señala Houssam. “Son agentes. Y esos floristas también, trabajan para el gobierno.” La ciudad solía no tener casi ningún vendedor ambulante, pero últimamente el gobierno parece permitirlos. Si Houssam tiene razón, sería la explicación para la súbita flexibilidad oficial. “Esos vendedores aparecen armados con cuchillos y palos cada vez que hay una manifestación”, se emperra Houssam.
Hay otros indicios peores. Una de las mayores plazas de Damasco es Unawiyeen, una enorme rotonda que distribuye el tráfico hacia el oeste de la ciudad. Quien pase por ahí verá a toda hora una veintena de hombres maduros, bien vestidos, sentados a la sombra en reposeras, con todo el aspecto de comerciantes tomándose un descanso. Pero según Houssam, son shabiha (fantasmas), milicianos leales al régimen, de los que mataron a decenas de manifestantes en todo el país.
Que tomen el fresco en las grandes plazas urbanas es una estrategia para evitar que los opositores sirios tengan un lugar simbólico, como la plaza Tahrir de El Cairo. Desde marzo que los manifestantes no pueden hacer pie en la Unawiyeen, porque siempre son atacados con ferocidad.
En el este de la ciudad hay otra gran plaza, la Abbassiyyin, donde en las calles laterales se ve a los grupos de soldados y fantasmas haciendo tiempo. Siempre están cerca de grandes ómnibus verdes de larga distancia, de los que fueron presentados el año pasado como una revolución en el transporte interno, pero ahora sirven para llevar tropas. Este jueves, el enviado de The Independent vio cinco de estos vehículos llegando a una manifestación. Un soldado se bajó bayoneta en mano. Cerca de la plaza está el estadio de Damasco, sede de partidos internacionales hasta que la FIFA decretó que Siria no es segura. Ahora es una base militar llena de tropas esperando ser llamadas.
* Khalid Ali es un seudónimo. Exclusivo de The Independent de Gran Bretaña para Página/12.
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