Viernes, 30 de diciembre de 2011 | Hoy
ECONOMíA › OPINION
Por Mariano Kestelboim *
Iván Heyn trascendió nuestro tiempo. La fuerza de sus convicciones no era de la época en la que se formó. La pasión con la que buscaba construir un grupo de compañeros que compartieran sus ideas, tampoco. Gran discípulo de Jorge Schvarzer, logró eludir el encriptamiento de una pretendida ciencia dura que prescindía de la política, de la historia y de las relaciones humanas para explicar la economía. En claustros de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, donde primaban el individualismo, el egoísmo y el materialismo, que habían sido impuestos a la fuerza desde el terror militar y económico, toparse con Iván en pleno uno a uno era un aliento a querer transformar nuestro país. Su férrea seguridad conceptual, su increíble energía, su grato sentido del humor y su capacidad para entender al otro conformaban un cóctel de carisma que entusiasmaba.
Era un pibe de barrio con código y entrador. El abortaba la imagen apócrifa y vacía de nacionalismo del perfil del economista que habían creado los Martínez de Hoz, los Cavallo o los Roque Fernández, que volvían al país como expertos tras haber agotado su adoctrinamiento neoliberal, impartido por las universidades del centro del poder mundial. A diferencia de los muchos economistas que se graduaban de las universidades públicas y privadas de Argentina, Iván tenía una enorme claridad para identificar las relaciones de fuerza y los obstáculos estructurales que afectaban a nuestro país y la capacidad para pensar y trabajar en su superación.
Contenía estratégicamente su ansiedad de revancha contra las políticas antidesarrollistas que nos habían hundido como nación. Las ideas de Marcelo Diamand, Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz, entre otros, marcaron su rumbo intelectual y político. Kirchnerista de la primera hora, militó y trabajó por los gobiernos de Néstor y Cristina con toda la fuerza de su vocación. Esa vocación que le permitió comprender y enseñar la lógica del funcionamiento de nuestra economía y cómo la política orientaba a la economía y no al revés, como pregonaban quienes defendían el statu quo en contra del interés nacional y popular.
El enorme vacío que dejó su muerte no lo podremos llenar. Recordamos su incansable militancia y su patriotismo con orgullo y honor. Lo homenajearemos con más unión y militancia. Para que nunca más volvamos a tener esa sociedad partida, sin orgullo, miope y materialista que llegó a creer que no podíamos tener un proyecto nacional. La mística de nuestro querido compañero Iván nos acompaña.
* Economista de La graN maKro.
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