Volvió ayer a ampliarse la brecha entre la cotización del dólar de bancos y agencias de cambio habilitadas y el precio que surge de las operaciones en el mercado informal. El precio oficial al público se mantuvo en 4,48 pesos, mientras que en las cuevas y arbolitos de la city porteña el billete se llegó a trocar en 5,93 pesos, 22 centavos por encima del promedio que se cobraba en la víspera. La escalada del dólar “blue” no deriva sólo de una mayor demanda privada por la divisa, sino principalmente de una oferta que se restringe ante el avance de los operativos de la AFIP. El Banco Central alternó su intervención con ventas en un comienzo y compras sobre el final, lo que le permitió un saldo de absorción de diez millones de dólares. Las reservas concluyeron en 47.294 millones de dólares. El real se ubicó en 2,08 unidades por dólar, su menor valor en tres años. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, redujo en un punto porcentual sus previsiones de crecimiento económico de este año para Brasil, al que situó en 3,5 por ciento.

La demanda minorista, que quedó insatisfecha debido al endurecimiento en los controles a la compra de moneda extranjera por parte de la AFIP, no se vuelca por completo al segmento informal. Sólo un bajo porcentaje convalida una operación pagando un 32,4 por ciento (1,45 pesos) por encima de la cotización del segmento formal, dado que la brecha neutraliza cualquier diferencia económica con la divisa, bajo las condiciones actuales de mercado. Entonces, la demanda se focaliza en quienes requieren de moneda extranjera para pagar alguna deuda contraída, por necesidad de viajar al exterior o para cerrar una operación donde todavía el dólar sea un medio de pago –como el sector inmobiliario–. En este último aspecto, el Gobierno estudia alternativas para pesificar ese mercado.

El volumen del mercado se mantiene dentro de los niveles históricos, que ronda los 20 millones diarios (en términos absolutos). Sin embargo, aumentó su participación respecto de los negocios que se cursan por el segmento formal, debido a que el volumen de este último se redujo a menos de la mitad. Ayer se operaron unos 374 millones de dólares. El despliegue de inspectores en la city porteña para detectar arbolitos no desincentivó la operatoria en negro, pero la encareció ante una menor oferta. Esta oferta se centró en las cuevas, que cuentan con artilugios más sofisticados para sortear los controles oficiales –a pesar de que son fáciles de identificar– y manejan el precio casi a discreción. “Con la presencia de los inspectores en la calle, la operatoria se torna más riesgosa y eso es lo que se cobra en el informal”, explicó un cambista (de una agencia de cambios oficial) a este diario.

El Central intervino vendiendo en un primer momento cerca de 50 millones de dólares para evitar un alza de la divisa estadounidense. Luego de que el precio mayorista recortó el avance de más de medio centavo en el inicio, la autoridad monetaria pudo ubicarse nuevamente en su rol de principal demandante. El saldo de la entidad fue una compra neta de divisas, aunque el stock de reservas se redujo en 185 millones. La caída es explicada por el retiro de los encajes en dólares de los bancos para que éstos cumplan con la demanda de sus clientes y el pago de vencimientos de deuda pública y del organismo con el Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés).

La estrategia es que el peso no pierda competitividad, pero reduciendo la volatilidad que le imprime al mercado el actual contexto de incertidumbre cambiaria. La moneda a tener en cuenta es el real, debido a las estrechas relaciones comerciales con Brasil. El real volvió ayer a cerrar en baja frente al dólar, a pesar de los esfuerzos del Banco Central de Brasil, que intentó frenar la caída de su moneda mediante dos subastas de swaps cambiarios (canje de monedas). El billete brasileño se encuentra en su nivel más bajo desde el 15 de mayo de 2009, cuando cerró en 2,10 reales por dólar. Desde comienzos de marzo la moneda lleva perdido cerca del 17 por ciento de su valor. “El cambio se encuentra en una situación más favorable. De esa manera se reduce el ‘costo Brasil’ y el país recupera competitividad”, opinó Mantega. Sin embargo, aseguró que la crisis global y el impacto en la economía brasileña explican que se reduzcan del 4,5 al 3,5 por ciento las previsiones de crecimiento para este año.