Miércoles, 23 de mayo de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › A TRES MESES DEL CHOQUE DE ONCE, LOS FAMILIARES LANZARON UNA CAMPAñA EN RECLAMO DE JUSTICIA
Se proponen fotografiar los rostros de 500 mil personas que apoyen el pedido. Ayer empezaron la campaña en la Estación Once y sus alrededores. También hicieron un homenaje a las víctimas frente al lugar de la tragedia. “No queremos cambios a medias tintas”, dijeron.
Por Emilio Ruchansky
Dos horas antes de que comience el acto de conmemoración a tres meses de la tragedia de Once, un pequeño grupo de familiares y amigos de las víctimas se aposta en la entrada principal de la estación ferroviaria y ataja al público en hora pico. Piden, en medio del incesante flujo humano, tomarse unos segundos y posar para la campaña “500 mil caras por la Justicia”. Y reciben las gracias antes de llegar a darlas. “En menos de una hora hice 295”, dice Karen Celles, luego de mirar la pantalla de su cámara. Perdió a su padre, Darío, de 50 años, en el incidente ocurrido el 22 de febrero. Adentro de la estación, decenas de familiares recorren con éxito los pasillos tomando fotos y recogiendo alientos, cuando les devuelven el cartel que cada pasajero sostiene antes del click: “Ju5t1cia, para las víctimas de la tragedia de Once”.
Detrás de la línea de molinetes, entre los andenes 2 y 3, que permanecen cerrados desde que la formación se estrelló contra el parachoques, un poster de la campaña explica que “unas vez juntadas todas las imágenes, serán impresas y expuestas en un lugar donde no puedan ignorarnos”. El mecanismo de multiplicación incluye el facebook/tragediaonce, donde se descarga el cartel. Las fotos se reciben en [email protected]. En esa fila de molinetes, se alzó el santuario con velas, corazones con nombres y fotos. Entre los carteles, uno afirma que “las víctimas son 52”, y alude al embarazo de 6 meses que llevaba Tatiana Lezcano cuando falleció.
“Queremos plasmar para que se haga visible, ante quienes no consigan verlo todavía, que esta lucha no es sólo de los que perdimos a alguien en ese día, sino de muchos argentinos que se simbolizarán en los quinientos mil retratos de la campaña”, explica María Luján, mamá de Lucas Menghini Rey, en la previa del acto frente al santuario. En las largas filas de micros complementarios al tren, que van a las estaciones Morón, Ituzaingó o Merlo, otros familiares abordan a pasajeros y pasajeras cámara en mano. Lo mismo ocurre en las boleterías y los andenes.
María Luján destaca que la lucha también es “por quienes hoy viajan en este tren y por los que en algún momento tengan que usar este servicio”. Paolo, el padre de Lucas, no deja de recibir apretones de mano, saludos y consultas de otros periodistas. Aún nadie se hace responsable de la tardanza y olvidos en la búsqueda de su hijo. “Los jefes policiales declaran que solo había personas por rescatar en los dos primeros vagones. ¿No se dieron cuenta de que el tercer coche se había metido 60 centímetros dentro del segundo? Es absurdo”, dice.
A las 19.30, Angel Cerriccio, padre de Matías y suegro de Natalia, lee un comunicado de los familiares y amigos de las víctimas: “Estamos ante una situación triste y silenciosa, más silenciosa de lo que quisiéramos. Por eso es importante esta campaña, que esto nos lleve a la acción. Tenemos un planteo sólido ante la Justicia y queremos que se vean los rostros de quienes no tienen por qué esconderse por un reclamo justo. Que paguen los responsables, no queremos cambios a medias tintas en los trenes, queremos un cambio real, que es claramente merecido”.
Cerriccio continúa leyendo. Define como “desidia” la actitud de los funcionarios, empresarios y empleados de la empresa concesionaria, TBA. “El primer paso para recuperar el servicio que nos merecemos es la justicia”, concluye en medio de lágrimas, abrazos y aplausos. El micrófono pasa a Vanesa Toledo, hija de Graciela Díaz. La joven critica a los dueños de TBA y también a los ex secretarios de Transporte Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi. “Nosotros les pagamos el sueldo y los trenes están colapsados estructuralmente, viajamos hacinados como ganado”, observa.
Toledo explica luego que esas personas a las que se refirió Cerriccio están declarando ante el juez Claudio Bonadío. Y describe: “Responden mediante sus abogados o se niegan a declarar o mandan escritos que no aportan nada. No tienen obligación de contar la verdad ni de decir algo en contra suya. Nosotros entendemos la Justicia, no somos como ellos. Ellos no tienen la altura ética de asumir la culpa. Confiamos en el juez y estamos esperando a que terminen las indagatorias para que reciban los procesamientos que el pueblo reclama.”
“¡Justicia por los muertos y heridos de Once!”, “¡Justicia!”, se clama varias veces antes de que llegue el largo aplauso. Después, los organizadores invitan al público a acomodarse en el hall, frente a las boleterías, donde se exhibirá un spot sobre la campaña de las 500 mil caras en una pantalla de la estación. Cuando termina, el aplauso dura alrededor de cinco minutos. Los abrazos se multiplican como los viajeros y en el medio del pasillo, con las caras de sus seres queridos estampadas en remeras blancas, los familiares se despiden emocionados.
Juan Frumento, padre de Leonel, advierte que les espera un camino largo. “Es lo que aprendí de los familiares de Cromañón, una tragedia como ésta, donde se mezcla la corrupción y se vapulea a la democracia”, señala. Para él, la campaña es una forma de exteriorizar el dolor. “Si no, debería internarme y tomar pastillas”, asegura. En su remera lleva la foto del hijo que sostiene un legado: “Ese es mi nieto, lo único que me queda”.
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