ECONOMíA › BRASIL TAMBALEA Y EL FMI SALE A RESPALDARLO
Apoyo que adelanta tormenta
De repetirse la lógica del caso argentino antes del default, podría enunciarse una regla: de ahora en más, los problemas de Brasil serán directamente proporcionales a la cantidad de declaraciones del Fondo Monetario en su apoyo. Ayer, el vocero del organismo, Thomas Dawson, dijo que Brasil redujo sus “vulnerabilidades” y elogió las políticas adoptadas por la administración Lula. El martes, Rodrigo Rato había salido a hablar de las “fuertes perspectivas de crecimiento” del país. Dos declaraciones en dos días, la mejor prueba de que Brasil no va por el buen camino.
Como es sabido, las subas de las tasas de interés en Estados Unidos, que amenazan ser convalidadas por la Reserva Federal, provocaron en las últimas semanas un éxodo de capitales desde los países emergentes, y en particular de Brasil, hacia el Norte. Esa situación dejó en una posición muy delicada al socio mayor del Mercosur que, pese a contar con un superávit fiscal superior a los 4 puntos del PBI, debe pagar anualmente servicios de la deuda que ascienden a 8 puntos del producto. Para colmo, la economía no creció el año pasado, y la suba de tasas amenaza con prolongar el estancamiento también a este año.
En este contexto, los analistas coinciden en que, de confirmarse la tendencia ascendente en las tasas de interés, el gobierno de Lula no tendrá otra alternativa que plantear a los acreedores una refinanciación de la deuda, con la asistencia del FMI y el Grupo de los Siete.
“Hay ciertos aspectos del clima global que son menos hospitalarios y ciertamente aumentó la volatilidad, pero creo que si uno estudia el caso de Brasil en particular lo que se ve es una reducción de las vulnerabilidades”, afirmó Dawson, con la mejor cara de poker, en una conferencia de prensa ofrecida en Washington.
El vocero del Fondo recordó, además, que el año pasado el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva adoptó medidas para aumentar el “colchón financiero” del Estado, entre ellas “el aumento de la duración y la reducción de la vulnerabilidad por tipo de cambio de su deuda”.
En sintonía con Washington, ayer el propio Lula ratificó el rumbo de su política económica y, para responder a las críticas que se ciernen desde distintos sectores del arco político, afirmó que no había que esperar “milagros”. “En Brasil estamos totalmente tranquilos. Nosotros tomamos una decisión en cuanto a la política económica y vamos a seguir manteniéndola porque hasta ahora ha dado más éxitos que reveses”, sostuvo.
En la misma línea, para disipar cualquier duda sobre la posibilidad de que Lula abandone la receta ortodoxa del organismo, que viene aplicando a rajatabla, Dawson aseguró que “las autoridades brasileñas han reafirmado su intención de mantener las metas macro que se fijaron y continuar la agenda de reformas estructurales”.
La séptima misión de revisión del programa de Brasil con el FMI concluyó su trabajo la semana pasada, y su informe será analizado próximamente por el directorio de la institución. Antes de esta nueva tormenta financiera, Brasil se preparaba para no renovar el programa stand-by vigente con el FMI por 40.200 millones de dólares, que vence a fines de este año.