ECONOMíA › PRIMERA JORNADA SIN AVANCES EN LA NEGOCIACION POR LOS CUPOS
Amistad en el freezer o en el horno
La parte argentina quieren enfriar el conflicto defendiendo las restricciones. La brasileña lo está calentando para eliminarlas.
Por David Cufré
No será fácil que los industriales argentinos y brasileños de heladeras, lavarropas y cocinas se pongan de acuerdo. Ayer, en el inicio de las negociaciones para regular la entrada de productos del país vecino, las partes se mostraron inflexibles. Los puntos de partida de cada uno los ubicaron muy lejos. “El diálogo fue el mismo que tuvimos en las reuniones anteriores, que terminaron en el fracaso”, comentó a Página/12 una fuente empresaria. Los encuentros a los que hizo referencia fueron los que se desarrollaron desde principios de año. Ante la falta de éxito en esas conversaciones, el gobierno argentino intervino en el conflicto. Lo hizo con la imposición de restricciones a las importaciones de electrodomésticos brasileños, que seguirán vigentes salvo que los empresarios logren, ahora sí, convenir límites a la entrada de mercaderías.
La pelea entre los industriales de línea blanca coincide con un aumento de las tensiones comerciales. Empresarios y sindicalistas brasileños se unieron en un discurso crítico al Mercosur, mientras que productores argentinos de distintos rubros –textiles, autopartistas, calzados, avícolas– se sumaron a los fabricantes de electrodomésticos para pedir medidas que frenen la “invasión” brasileña. Ambos gobiernos hacen equilibrio para dar respuesta a los reclamos internos sin afectar el proceso de integración regional.
“Debemos tener paciencia y calma, porque sabemos que hay objetivos mayores a ser alcanzados”, exhortó ayer el asesor especial de la presidencia brasileña, Marco Aurelio García, portavoz de Lula da Silva en materia de relaciones exteriores. Fue una definición categórica en favor del Mercosur, muy cuestionado por estas horas en el país vecino. Roberto Lavagna, por su parte, había dicho anteayer que “no hay ningún conflicto comercial” con Brasil y que las discusiones sobre el intercambio de productos industriales “son trámites normales entre países que comparten una intensa relación mercantil”. “Como dijo repetidamente el presidente Lula Da Silva –agregó el ministro–, entre socios importantes hay cuestiones comerciales, no conflictos ni guerras como están diciendo por allí.”
La “cuestión” de los electrodomésticos no viene muy bien. Los fabricantes de ambos países se reunieron ayer por espacio de tres horas en la embajada brasileña en Buenos Aires. Por el lado argentino estuvieron los miembros de la asociación Fedehogar, Hugo Ganim y José San Juan, y el subsecretario de Política y Gestión Comercial, Guillermo Feldman. Los brasileños estuvieron representados por la cámara Electro, a través de las coordinadoras María Teresa Bustamante y Eliana Guimaraes. “Se intentó acercar posiciones, pero todavía hará falta hablar bastante”, dijo con resignación y preocupación una fuente oficial. Cada parte mostró sus números, explicitó sus pretensiones y quedó en evidencia la distancia en los planteos. De algún modo era previsible que las cosas se dieran así, porque los gobiernos todavía no mostraron del todo sus cartas: es decir, hasta qué punto están dispuestos a pulsear.
El secretario de Industria, Alberto Dumont, tenía previsto encontrarse ayer con el ministro de Desarrollo brasileño, Marcio Fortes. Pero esa entrevista se pasó para hoy a la mañana. Los privados esperan señales desde la política antes de moverse de sus posiciones. Por otra parte, fuentes empresarias argentinas confesaron a este diario su temor a que el gobierno ceda ante las presiones de la administración brasileña. “Esperamos que el coraje que exhibieron la semana pasada lo mantengan hasta el final”, señalaron, con algo de escepticismo.
Las diferencias entre los productores de heladeras reflejan en líneas generales cómo vienen las discusiones. Las importaciones del país vecino cubren el 70 por ciento del mercado local. Los argentinos pretenden que esa participación se reduzca a menos del 50 por ciento, mientras que los brasileños no bajarían ni siquiera al 60. Una posibilidad es que haya algún acuerdo en un sector y no en otros. En ese caso, las trabas se levantarían de manera selectiva.
Frente a este conflicto, García, el asesor de Lula, pidió darle “su real dimensión”. “No hay que transformar estos episodios pequeños, como nosotros los vemos, en mayores de lo que realmente son”, afirmó. En cambio, el presidente del Consejo Internacional de la poderosa Confederación Nacional de la Industria (CNI) brasileña, Oswaldo Douat, demandó “mayor dureza” a su gobierno, ante “las evidencias” de que la Argentina “perjudica a los productores” de su país. En sintonía con esa postura, un centenar de trabajadores brasileños de empresas de lavarropas, heladeras y cocinas manifestó ayer frente al consulado argentino en San Pablo.
Los metalúrgicos vistieron camisetas de fútbol de las selecciones de ambos países, bailaron tango y dos mulatas en bikini con lentejuelas movieron sus cuerpos al ritmo de los tambores del carnaval. “Los hermanos (argentinos) entran en crisis y los trabajadores brasileños pagamos el pato. ¿Dónde está el Gobierno para defendernos?”, señalaba la principal pancarta del Sindicato de Metalúrgicos de la central Força Sindical. Los sindicalistas denunciaron que las trabas a los envíos de electrodomésticos podrían ocasionar la pérdida de un millar de puestos de trabajo. Por su parte, los productores brasileños de porcinos se sumaron a las críticas por las trabas a sus exportaciones a la Argentina, motivadas, dicen aquí, en la aparición de un foco de aftosa.