Miércoles, 4 de octubre de 2006 | Hoy
El precio del petróleo de referencia para el mercado argentino bajó a 58,68 dólares el barril, un 25 por ciento inferior al valor de mediados de julio. Ya arrastra a cereales y metales preciosos.
Por Claudio Zlotnik
El barril de petróleo registró ayer una nueva y sensible caída, esta vez del 3,9 por ciento, y el tipo WTI, de referencia para la Argentina, cotizó en 58,68 dólares. Desde el pico de mediados de julio, el retroceso lleva acumulado un 25,2 por ciento. El brusco declive potenció la ola especulativa en los mercados financieros en torno del precio del crudo y el movimiento negativo se contagió a otros commodities. Ayer hubo bajas en los principales cereales y en los metales preciosos. Para la Argentina, el retroceso del petróleo quita presiones inflacionarias, sobre todo para la industria, aunque si se profundiza la baja en otros productos exportables habría un perjuicio para las cuentas públicas.
El ciclo bajista del crudo se afianzó con el final de la guerra en Medio Oriente, a mediados de agosto. Coincidió que, en este período, Estados Unidos diera a conocer que sus reservas de petróleo son más abundantes en relación con las expectativas de los especialistas del mercado. El escenario se completó con la fuerte desaceleración que muestran algunos sectores económicos en Estados Unidos, con la construcción a la cabeza, lo que hace prever una menor demanda de crudo en ese país.
Sin embargo, todo este panorama ligado al ciclo de la economía real no alcanza para explicar la sorpresiva pinchadura en el precio del crudo. Hasta hace pocos meses hubo bancos de inversión de Wall Street pronosticando que el barril treparía sin escalas hasta los 100 dólares. Lo cierto es que en la actualidad existen fondos de inversión internacionales muy especulativos que hacen apuestas sobre el valor del petróleo. Y sus movimientos, como ocurre con activos financieros como pueden ser acciones o bonos, vienen teniendo un notable impacto sobre los valores.
Estos fondos especulativos aparecieron en escena hace alrededor de cuatro años y, desde entonces, tienen cada vez más peso. En términos relativos, su influencia no debería ser importante: mueven alrededor del 5 por ciento del dinero que, a diario, se negocia en el comercio petrolero tradicional. El negocio real, donde se compran y venden barriles, y en el cual unos y otros buscan asegurarse el valor de los costos o bien de los ingresos en el mercado de futuros. Los especuladores utilizan ese mercado para hacer apuestas financieras, que en apariencia no guardan correlato con movimientos económicos puntuales, pero que tratan de adelantarse al ciclo. En este contexto de gran especulación se produce un efecto manada cuando el precio cae bruscamente, como en las últimas semanas. Uno de los argumentos que mejor explican la baja del barril tiene relación con la importancia que fueron adquiriendo los movimientos de capitales especulativos.
El mercado de los commodities, de por sí volátil, potencia esa característica en medio de la histeria. Ayer hubo caídas en distintos rubros: oro (-4,0%), plata (-6,5%), azúcar (-4,0%). También bajaron la soja (-0,5%), el maíz (-1,4%) y el trigo (-1,5%). El problema es que los cereales forman parte del principal rubro de exportación de la Argentina. Desde mediados de julio, la soja perdió el 15,6 por ciento. El maíz, el 8 por ciento. El trigo, el 3,7 por ciento. El retroceso de los commodities empezó a llamar la atención de algunos analistas de la city porteña y de Wall Street, que quieren saber hasta qué punto podrían resentirse los ingresos comerciales y fiscales del país. Si la economía estadounidense se desacelera, no se descartan mayores repliegues en los precios. Un último informe del banco de inversión estadounidense JP Morgan aclaró que, hasta ahora, las bajas tendrán “algún impacto” en el comercio exterior argentino. Pero que las especulaciones de que “se erosione el superávit y se desacelere el crecimiento son exageradas”.
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