Miércoles, 4 de octubre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › LOS DOS CANDIDATOS CORTEJAN CAUDILLOS REGIONALES DE CARA AL BALLOTTAGE
Después de San Pablo, Río de Janeiro es el otro referente electoral de Brasil y ambos estados compiten hasta en tradiciones políticas. Mientras los paulistas le dieron la espalda al presidente, los cariocas adoptaron como un hijo propio al ex metalúrgico.
Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
Un país llamado Río de Janeiro. Está probado que fue el estado de San Pablo el obstáculo que impidió al presidente Luiz Inácio Lula da Silva ser reelecto el domingo pasado, cuando no alcanzó el 50 por ciento más uno de los votos necesarios para ganar en primera vuelta. Casi 12 millones de paulistas votaron por su rival, el socialdemócrata Geraldo Alckmin, que le sacó cuatro millones de ventaja. Junto a San Pablo, el primer colegio electoral con 28 millones de empadronados, Río de Janeiro, con 10 millones de electores, es el otro distrito de referencia nacional. Ayer los principales caudillos fluminenses, el ex gobernador Anthony Garotinho y su esposa, Rosinha Matheus, actual gobernadora de ese estado, viajaron hasta San Pablo para anunciar su apoyo a Alckmin. Otra buena noticia para el representante del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), a quien pocos apostaban dos semanas atrás.
A pesar de su victoria moral contra el presidente, que parecía imbatible en primera vuelta y ahora debe ir a ballottage el 29 de octubre, Alckmin está obligado a descontar los casi siete millones que lo separan de Lula en el conteo nacional, 46,6 millones contra 39, 9 millones. Y el primer paso en ese sentido es Río de Janeiro, que rivaliza con San Pablo hasta en tradiciones políticas: allí Lula siempre recibió un sólido respaldo. En las presidenciales de 2002 obtuvo en torno del 70 por ciento y ahora el 49 por ciento, veinte puntos arriba de su adversario.
Garotinho, que ya transitó por el Partido de los Trabajadores, el Partido Democrático Trabalhista (PDT), el Partido Socialista (PS), de momento pertenece al Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). La falta de pudor con que el también pastor evangélico Garotinho muda de filiación partidaria es un trazo de la política carioca. Su correligionario del PMDB, Sergio Cabral, que disputará la gobernación de Río en el segundo turno, ayer se pronunció a favor de Lula.
Las negociaciones emprendidas por Lula y Alckmin para conquistar a los referentes de Río parecen no poner reparos de índole ideológica o programática. Alckmin dejó para mejor ocasión sus diatribas contra el “populismo” al momento de recibir a Garotinho. Lula tampoco entró en consideraciones éticas al negociar el apoyo del evangélico Marcelo Crivela, salpicado por escándalos nada cristianos.
Claro que ese pragmatismo no se limita a Río de Janeiro. Los dos candidatos se reparten, casi en mitades, el apoyo de varios dinosaurios del nordeste. Con Alckmin está el cacique bahiano, Antonio Carlos Magalhaes, que es todo menos un ejemplo de la ética que ha sido el lema de campaña del postulante socialdemócrata. Con Lula nada menos que su otrora enemigo Fernando Collor de Mello, electo senador luego de 14 años de ostracismo por un escándalo de corrupción que lo obligó a renunciar a la presidencia de la nación.
Desde el domingo, los asesores de Lula y Alckmin revisan el mapa electoral hasta exprimirlo: buscan explicaciones sobre las conductas tan dispares de los brasileños en las urnas. En la nordestina Bahía, el petista fue respaldado por el 66,65 por ciento de los votos contra el 26,03 por ciento de su rival, que ganó holgadamente en Río Grande do Sul. En esa provincia, la más austral del país, Alckmin se impuso 55,76 por ciento contra 33,07.
Por esos contrastes extremos hay un país políticamente partido, que tiende a polarizarse conforme avance la segunda parte de la campaña. Lula y Alckmin que, según se confirmó ayer, protagonizarán el primer debate televisivo este domingo (ver recuadro), expresan esa tensión.
A partir de San Pablo se configura el Brasil del más acendrado antilulismo, al que ayer se refirió el socialista Ciro Gomes, como el “udenismo”. La UDN fue una agrupación que en los años 1950 y 1960 hizo oposición golpista a Getulio Vargas, Juscelino Kubitschek y Joao Goulart. El otro país comienza de Río hacia el norte, con algunas ramificaciones hacia el oeste, en Mina Gerais, la segunda provincia en población. Es un país más pobre, donde ha primado el voto lulista, fruto de las políticas sociales activas pero a la vez expresión del rechazo al poder y la arrogancia de San Pablo, un recelo que contamina la imagen de Geraldo Alckmin, por dos veces gobernador paulista. Son, en cierta medida, dos brasiles: Copacabana versus Avenida Paulista, Flamengo versus Corinthians.
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