El encuentro del lunes entre la familia de Jorge Julio López y los fiscales Marcelo Martini y Roberto Berlingieri tiene tres lecturas. En primer lugar, la familia pidió a los fiscales que centralicen toda la investigación y reclamó que no quiere ser abordada casi todos los días y en momentos distintos por la Policía Bonaerense, la Federal, la SIDE y la Gendarmería, que desde la semana pasada participan en la pesquisa. El hecho de que los fiscales provinciales sigan al frente de la causa implica tácitamente que la desaparición de López se encuadra en una “averiguación de paradero” y no en un secuestro, que es un delito que está a cargo de la Justicia Federal. Pero en el encuentro con los fiscales, la familia mostró mayor preocupación que en ocasiones anteriores. Piensan que Jorge Julio se fue por un ataque de pánico, pero ahora están alarmados porque ya pasaron demasiados días y puede haberle sucedido algo grave.

La esposa de López, Irene, y los hijos Gustavo y Rubén se encontraron con los fiscales en La Plata porque están molestos con la investigación. Básicamente se sintieron agobiados porque durante todo el fin de semana tuvieron que recibir a las distintas fuerzas de seguridad y se vieron obligados a darles las mismas explicaciones a todos. Además, sugirieron que se encuentran presionados por dos lados:

- Algunos organismos de derechos humanos que sostienen que la desaparición de López es un secuestro con motivaciones políticas.

- Las fuerzas de seguridad que aseguran que no hay ninguna evidencia de secuestro y tienen la conclusión de que ellos –la esposa y los dos hijos–- saben dónde está el albañil y no lo quieren decir.

En semejante cuadro, la familia les pidió a los fiscales que centralicen toda la causa y que eviten la superposición entre las distintas fuerzas. Entre el ministro del Interior, Aníbal Fernández, el de Seguridad bonaerense, León Arslanian, y la procuradora de esa provincia, María del Carmen Falbo, se convino lo mismo: unificar y coordinar la investigación.

La familia reiteró que no cree en la hipótesis del secuestro. Insiste en que el albañil ya abandonó el hogar por un tiempo y que es muy posible que esté escondido por temor a una represalia o venganza.

Más allá de ese criterio, en el encuentro con los fiscales, la familia exhibió una preocupación más notoria que antes. Dice que ya son muchos días de desaparición y, sobre todo, cree que, aunque se haya escondido por su voluntad, corre riesgos de accidentes, enfermedades o cualquier otro tipo de peligro. Aunque por el momento no se moviliza por la ausencia de Tito, como le dicen a Jorge Julio, ahora está alarmada en serio.