Sábado, 24 de marzo de 2007 | Hoy
ECONOMíA › UN MINISTRO NIPON RECLAMO PAGAR CON RESERVAS LA DEUDA CON EL CLUB DE PARIS
Primero fue Alemania y ayer se sumó Japón: reclaman que Argentina salde la deuda en default con los países más poderosos utilizando las reservas acumuladas en el Banco Central. España, en cambio, aceptó un acuerdo.
La constante acumulación de reservas sigue despertando el interés de los acreedores. Ayer, el viceministro de Finanzas de Japón para Asuntos Internacionales, Hiroshi Watanabe, reclamó que la Argentina utilice los billetes juntados en el Banco Central para cancelar la deuda con el Club de París. Los pasivos con ese organismo suman unos 5500 millones de dólares, de los cuales 3500 millones se encuentran en default. El Gobierno se niega rotundamente a ese arreglo.
Horas antes de que se divulgara la pretensión de Japón, a través de una entrevista de Watanabe con la agencia Reuters, otro de los integrantes del Club de París, España, había tomado una decisión en el sentido requerido por Néstor Kirchner: aprobó formalmente la refinanciación de la deuda contraída por la Argentina, por 982 millones de dólares, a seis años de plazo.
El alto funcionario japonés fue contundente. “La Argentina necesita seguir las reglas, no hay necesidad de un acuerdo que otorgue ventajas a ese país. Las reservas en moneda extranjera se están acumulando y no tienen problemas con los pagos diarios. Deberían honrar su deuda con esas crecientes reservas y avanzar en las negociaciones”, dijo Watanabe.
Desde el Palacio de Hacienda rechazan esa salida. Consultado por este diario, un estrecho colaborador de Felisa Miceli descartó una salida al estilo de la elegida con el FMl a fines de 2005. La fuente remitió a la carta que la propia ministra envió a Xavier Musca, titular del Club de París, el pasado martes 13. En duros términos, Miceli señaló que pagar con las reservas “implicaría incrementar indebidamente nuestra vulnerabilidad a la volatilidad de los flujos de capitales”.
La carta de Miceli era una respuesta a la pretensión del Club de París de cobrarse con dólares contantes y sonantes. En la primera semana de este mes, Musca ya le había reclamado al Gobierno ponerse al día utilizando las reservas del Banco Central. La idea del Club es que la Argentina pague en efectivo, y de una sola vez, unos 3500 millones de dólares que se encuentran en default. La propuesta es que, de ahí en adelante, el Gobierno vaya abonando vencimiento tras vencimiento.
Miceli le respondió categóricamente: “Tal posición resulta contraria al objetivo de llevar adelante un diálogo de buena fe”. Para el Gobierno, el acuerdo debería ser “consistente con las necesidades financieras” del país. “Tenemos como objetivo llegar a un arreglo justo”, remató la ministra.
La posición del Club de París parece inflexible. El pedido de pago con las reservas se sumó al reclamo de que el acuerdo se haga bajo el paraguas del Fondo Monetario. “De acá”, había respondido Kirchner cuando hizo alusión a la posibilidad de retomar un vínculo más intenso con ese organismo, el 1º de marzo, al inaugurar las sesiones ordinarias ante la Asamblea Legislativa.
A fines de 2006, más exactamente en noviembre y diciembre, la Argentina le hizo un ofrecimiento a París. El Club se encuentra integrado por los países más poderosos. Alemania, Japón y Francia encabezan la lista de los mayores acreedores. En total son 19 Estados, entre los que se encuentra Estados Unidos, uno de los que más presiona para que el Fondo vuelva a entrar en la escena económico-política de la Argentina.
Tras el pacto bilateral oficializado ayer, España quedó al margen de esa nómina. La oferta es regularizar la relación reestructurando la deuda, con una refinanciación a diez años de plazo, con los tres primeros de gracia, a una tasa de interés equivalente a Libor (actualmente en torno del 6,5 por ciento anual).
La propuesta de extender esa solución a la deuda con el Club de París fue rechazada de plano y la presión de los acreedores se hizo pública. Ayer fue Japón, pero un par de días atrás había sido Alemania. Desde el Ministerio de Economía de ese país se sugirió que “las negociaciones se celebrarán bajo las reglas usuales del Club de París: esto es, dentro de los confines del FMI”. Uno de los motivos por los cuales la administración Kirchner busca sellar un pacto es para que las empresas que operan en el país puedan acceder a crédito más barato.
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