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La soja la ligó

 Por Alfredo Zaiat

Casi en la medianoche de ayer se emitió el programa La Liga en el canal Telefé. El título de la producción no fue nada pretencioso, pero lo suficientemente potente por su significado: “Soja”. El rating que se conoció a las horas siguientes informó que alcanzó los 11,9 puntos, o sea más o menos 1,2 millón de personas miraron, escucharon y probablemente se estremecieron con esa investigación periodística. Más que un punto más o un punto menos que obsesiona al mundo de la televisión abierta, la relevancia de la producción que Cuatro Cabezas puso al aire se encuentra en que fue la primera que rompió el cerco de la desinformación periodística en los espacios de difusión privada, masiva y popular. Durante cuatro meses los dirigentes del sector del campo privilegiado, acompañados de un coro afinado de voceros, se presentaron como los forjadores de la patria y perjudicados por una tibia y necesaria intervención del Estado en la economía vía el mecanismo de Derechos de Exportación móviles a cuatro cultivos clave. Con la invalorable colaboración del silencio, la complicidad y la ausencia de repreguntas de sujetos sociales que debían interpelarlos y legislar, los cuatro Quijotes de la restauración conservadora con su escudero mediático tuvieron éxito en su misión. Ahora están lanzados otra vez a las rutas a una nueva aventura aunque con otro objetivo aún inconfesable. Esto exige entonces visibilizar lo oculto de este conflicto, tarea que el programa La Liga hizo tan comprensible y accesible con testimonios contundentes de productores, trabajadores y habitantes de pueblos agropecuarios en el corazón de la rebelión de la burguesía agraria, en Entre Ríos y Santiago del Estero. Las voces de esos protagonistas fueron esclarecedoras:

- La expansión de la soja está desplazando a otras producciones, como la ganadería.

- La ganancia con la soja es tan desproporcionada con respecto a otros cultivos que se siembra en la banquina de las rutas, que son terrenos fiscales.

- La pérdida de nutrientes de la tierra por la aplicación excesiva de herbicidas y la falta de rotación de cultivos, según un informe del INTA de 2003.

- La acelerada deforestación en Santiago del Estero para cultivar soja.

- La utilización intensiva de agrotóxicos que elevó el porcentaje de cáncer en la población cercana, sobre todo en Entre Ríos. La historia del joven de Basavilbaso, Fabián Tomassi, con innumerables problemas de salud por el glifosato, es desgarradora.

- El desplazamiento de campesinos por el crecimiento de los pools de siembra.

- La explotación de niños banderilleros para orientar a los aviones fumigadores que rocían los campos y también su humanidad, con una paga en negro de 7 pesos por jornal.

- La cínica frase “yo no sé nada, los que tienen que investigar son ustedes” de Alfredo De Angeli al requerimiento de la periodista sobre la contaminación del medio ambiente y el efecto devastador sobre la salud humana del glifosato.

- La poca mano de obra necesaria para ese cultivo que provoca desempleo y expulsión de trabajadores del campo.

- La denuncia de que los mismos laboratorios que fabrican los agrotóxicos son los que elaboran los medicamentos para atender el cáncer que producen.

- Las utilidades extraordinarias reconocidas por el gerente general del puerto de San Lorenzo, en Rosario, Gustavo Nardelli, de Vicentin:

–¿Están ganando mucha plata? –preguntó la periodista.

–Argentina está ganando mucho –contestó.

–¿Ustedes también? –insistió, con el olvidado por muchos y sano ejercicio de la repregunta.

–En estas condiciones internacionales, estamos mejor que nunca –se sinceró Nardelli.

La soja, esta vez, la ligó.

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