Ninguna persona que haya visto el primer tiempo se podía imaginar que ese tiro libre en el descuento de Riquelme que rebotó en la espalda de Campestrini se iba a transformar en el desahogo de una Bombonera que no sabía si festejar, si pedir la hora, si gritarles a sus jugadores que fueran para adelante para buscar el empate o implorarles a los futbolistas que se quedaran en el fondo para proteger el 1-2 que igualmente significaba la obtención de la Recopa. Así de loco resultó ese final que le permitió al equipo de Ischia quedarse con el trofeo ante un bravo Arsenal que, con nueve hombres, casi protagoniza un milagro y fuerza los penales.

Arsenal sabía que la Recopa la había perdido hace dos semanas en Avellaneda. Por eso, sin ningún temor como ese boxeador que busca el nocaut sin miedo a las manos que puede recibir, salió a plantarse palo por palo ante Boca, con tres delanteros netos. Y casi lo madruga, porque a los 13 segundos Caranta debió esforzarse para sacarle un derechazo cruzado a Carrera. Pero en la primera contra de Boca, el equipo de Sarandí recibió un golpe en la mandíbula. Palacio combinó con Viatri, que llegó al fondo y mandó el centro para que el bahiense empalmara la pelota de volea y sometiera a Campestrini.

El golpe fue tan contundente que pareció de nocaut. El dominio territorial, de tenencia de pelota y psicológico que ejerció Boca a partir del tanto, dejaba la sensación de que todo estaba concluido. Sin embargo, el conjunto de Ischia no volvió a pegar, más allá de un tiro en el palo de Ibarra y un mano a mano que Campestrini le ganó a Palacio, tras dos habilitaciones mágicas de Riquelme. Pero como no aumentó el marcador, dejó la serie abierta.

Arsenal lucía perdido e inofensivo. Sólo atinaba a mirar cómo Boca le movía la pelota de lado a lado, sin poder cortar el circuito. Su único mérito en ese momento fue que no se desesperó. Y como los locales no liquidaron el trámite, de pronto se encontró con el descuento de Carrera, que llegó por el segundo palo para rematar cruzado un gran centro de Yacuzzi. La roja de Báez por un patadón a Riquelme parecía que neutralizaba la reacción. Pero cuando Matos anticipó a todos en el primer palo y cabeceó al gol un centro de Carrera dejó en evidencia que Boca ya no tenía todo controlado como parecía. Ni siquiera cuando los visitantes se quedaron con nueve por la expulsión de Cristian Díaz.

Entonces, la Bombonera empezó a ponerse esquizofrénica. Unos querían el empate, otros no desprotegerse. Y si bien Arsenal no tuvo ninguna chance y Boca dilapidó por lo menos cinco durante ese pasaje, el fantasma del River-San Lorenzo de la Libertadores comenzó a flotar. Hasta que Riquelme, que había probado mucho sin fortuna, metió el tiro libre que dio en el palo y rebotó en la espalda de Campestrini para señalar la igualdad y devolverle al equipo de Ischia la tranquilidad. Así, con mucho suspenso y muchos más nervios que lo esperado, Boca levantó un nuevo trofeo.

2- BOCA

Caranta; Ibarra, Cáceres, Paletta, Morel Rodríguez; Vargas, Battaglia, Dátolo; Riquelme; Palacio, Viatri.

DT: Carlos Ischia.

2- ARSENAL

Campestrini; Espínola, Báez, Matellán, C.Díaz; Carrera, Casteglione, Yacuzzi; A.Gómez; Leguizamón, Matos.

DT: Daniel Garnero.

Estadio: Boca.

Arbitro: Saúl Laverni.

Goles: 6m Palacio (B); 58m Carrera (A), 69m Matos (A), 48m Campestrini (A), en contra.

Cambios: 46m Contreras por Leguizamón (A), 72m Chávez por Dátolo (B), 75m Noir por Palacio (B), 84m Coria por Matos (A), 90m Sena por Carrera (A).

Incidencias: 65m Báez (A), 80m Díaz (A).