Domingo, 15 de febrero de 2009 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Alejandro Rofman *
La grave sequía que afecta a gran parte de la Pampa Húmeda y el noreste argentino trajo el reclamo de los propietarios o arrendatarios de tierras pampeanas y de zonas cercanas, quienes exigen un cuantioso apoyo financiero del Estado para paliar las pérdidas en los cultivos anuales y en la cría de ganado. A ello agregan el supuesto quebranto que implicaría el mantenimiento de las retenciones a las exportaciones de cereales, oleaginosas y carnes, cuya eliminación reclaman junto con legisladores de la oposición que, por ignorancia o por angurria de poder político, operan de voceros de una propuesta profundamente inequitativa.
Es de destacar que los que protestan son aquellos que explotan campos que se alimentan sólo del agua de lluvia, ya que carecen de fuentes hídricas que la sustituya. Al respecto, es preciso tener en cuenta dos cuestiones centrales:
1) En el espacio agrícola de alta sequía existen otras formas de producción que no dependen de las lluvias. Por caso: el 50 por ciento del ganado vacuno argentino se alimenta hoy con productos industrializados, es decir con alimentos balanceados, cuya provisión no depende de las lluvias.
2) Los dueños de la tierra que aducen graves pérdidas son los que, ya sea a través de fuerza de trabajo contratada o mediante cesión a terceros por arrendamiento, proveen de recursos al sector agropecuario exportador. Mientras que los daños producidos al trigo y al maíz rondan entre el 30 al 40 por ciento de la cosecha, en el caso de la soja solamente se ha perdido el 10 por ciento de lo sembrado.
Pero la actividad rural también se realiza mediante la provisión de agua por riego. Así, la mayor parte de las hortalizas y las legumbres que diariamente consumimos se obtienen en pequeños predios donde el productor familiar obtiene el agua en la superficie o por perforación. Idéntico procedimiento se emplea en el caso de la fruta, la uva para vino, la caña de azúcar, el tabaco, etc., que son producciones típicas del norte semiárido, del oeste desértico y de los valles patagónicos irrigados. La mesa familiar argentina se nutre, en un 50 por ciento, de estos aportes de producción con riego artificial. Además, actividades claves cono la cría de porcinos, de aves y de obtención de huevos, entre otras, son claramente procesos agroindustriales sofisticados que escapan al tema de mayor o menor cantidad de lluvias caídas y en donde intervienen numerosos pequeños productores familiares.
Entre los dueños de la tierra pampeana (ya sean pequeños, medianos o grandes propietarios), los menos son productores directos, en tanto que la mayoría son arrendatarios. El segmento más dañado por la sequía es el de los que producen trigo y maíz y cultivan ganado en establecimientos pequeños y medianos. Suman alrededor de 30.000 a 40.000 propietarios o arrendatarios, o sea el 10 por ciento de los productores agrarios de la Argentina. Los sojeros (unos 80.000 dueños de predios o arrendatarios) han sufrido un limitado deterioro de su plantación dado que las nuevas semillas genéticamente transformadas son muy resistentes a la falta de agua. Tampoco los ganaderos que alimentan su ganado con alimentos balanceados sufren quebranto.
Las medidas propuestas por el arco opositor no discriminan entre un pequeño productor agrícola o ganadero de un área marginal y los grandes pools de siembra o arrendatarios de centenares de miles de hectáreas, como Cresud, los Grobocopatel o los propietarios de vacunos alimentados en feedlots. Y, además, pretenden abolir las retenciones incluso para los afortunados sojeros, quienes obtuvieron durante un quinquenio muy elevadas rentas de la tierra y/o ganancias empresariales y ahora no están dispuestos a aceptar ningún recorte. Es realmente insólito que, además de la fuerte caída de ingresos fiscales que acarrearía la eliminación de las retenciones, se pretenda un inequitativo beneficio a segmentos del capital financiero dedicado a la actividad agraria, incluyendo a grandes grupos económicos y/o propietarios que alquilaron sus tierras durante años a muy elevadas rentas especulativas.
A esta propuesta de la nueva derecha, que incluye como regalo especial una disminución de las cargas impositivas de los ganadores del agro argentino del reciente quinquenio, se agrega la idea de destinar 3000 millones de pesos para favorecer a los barones de la tierra, mientras se propone eliminar el IVA a los productos básicos, con el consiguiente impacto fiscal negativo.
Los socialistas, que pensamos que toda propuesta económica debe tener en cuenta que la sociedad es una estructura formada por clases y sectores de clase altamente diferenciada, proponemos:
1. Mantenimiento de las retenciones a los grandes propietarios de la tierra, en todas sus actividades agrarias, como fuente de ingresos y mecanismo de ajuste de precios e ingresos.
2. Reducción y/o eliminación de retenciones para las próximas campañas de trigo y maíz a los pequeños productores, acompañada de rebajas sustanciales de los insumos agroquímicos, dada la fuerte caída del precio del petróleo en el nivel mundial para estimular las futuras siembras.
3. Amplios créditos para las nuevas campañas a los pequeños productores con tasas de interés subsidiadas.
4. Reducción concertada de precios de los artículos de primera necesidad entre los sectores agroindustriales que los producen y las cadenas de distribución al público consumidor.
5. No desfinanciar el Estado nacional que, a fin de paliar los efectos de la crisis económica mundial, asumió compromisos irrenunciables para alentar la obra pública y la construcción de viviendas, el estímulo a la producción en pymes, la concesión de subsidios para servicios y bienes de consumo indispensables para la población y la preservación de las fuentes de trabajo.
6. Puesta en marcha de un programa de subsidio a la niñez a partir de la universalización del salario familiar, con la consigna de ningún niño con hambre. Su financiamiento deberá obtenerse con la paulatina restitución del Impuesto a las Ganancias a las transacciones financieras, a medida que las necesidades de recursos vayan surgiendo.
7. Formulación de un Plan Nacional de Desarrollo Rural que se focalice en los pequeños productores familiares y difunda este modelo organizativo de producción, ambiental y socialmente sustentable, para los diferentes procesos productivos del agro.
Frente a la propuesta del llamado arco opositor, que sólo incrementaría los grandes beneficios de los productores agrarios enriquecidos por rentas y ganancias desmedidas, proponemos un programa de corto plazo, diferenciado según clase o sector social, que atienda a la calidad de vida de la niñez y de los sectores populares más necesitados y estimule el consumo para expandir la producción interna y preservar el empleo.
* Dirigente de la línea Unidad Socialista del PS. Economista integrante del Grupo Fénix y de Carta Abierta.
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