Sábado, 13 de febrero de 2010 | Hoy
A pesar de todas las dificultades que se mencionan en la nota principal, la caída del stock ganandero en el último año representa un 5 por ciento del total y el de los últimos cinco años un 10 por ciento. La exportación de carne argentina es el 20 por ciento del total de las ventas. Es decir, que reduciendo a la mitad la exportación por los dos años que los especialistas indican se tardaría en recomponer lo perdido, se reemplazaría la caída y debería estabilizarse el mercado, y hasta caer los precios. Este razonamiento está en estudio en algunos miembros del Gobierno. Pero hay quienes lo analizan de otro modo. Ciertos funcionarios piensan que sería una mala señal para el sector, que desincentivaría aún más la producción y que, además, se perderían mercados internacionales que luego cuesta recapturar. Existe un camino intermedio que se analiza en el Ministerio de Agricultura, a cargo de Julián Domínguez, que es dejar que se sigan exportando los cortes caros, como el lomo y el peceto, y restringir fuertemente las ventas externas de los cortes que más se consumen en el país, como el asado, el vacío y el bife de costilla. Esta medida mejoraría el precio promedio que recibe el frigorífico, que sólo debería tomarse el trabajo de dividir el cuarto trasero del delantero y descuartizar este último. Para ir adelante con esta medida es imprescindible asegurarse que los mejores precios que recibirían los frigoríficos con la exportación de los cortes caros se trasladen a toda la cadena, llegando hasta el criador, que es el que está achicando el stock por falta de rentabilidad en su negocio.
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