ECONOMíA › LOS EMPRESARIOS Y EL LIBRE COMERCIO
A favor y en contra
“Deberíamos ir al ALCA como un tren. Las automotrices, al menos, estamos esperando esos acuerdos que nos permitan ampliar horizontes. ¿En qué nos puede afectar la apertura cuando el coche más barato que se consigue afuera cuesta 10 mil dólares contra los 6 mil de acá?”, se sinceraba ante este diario el titular de Fiat, Cristiano Ratazzi, aclarando que no hablaba como miembro de la Unión Industrial Argentina. Hizo bien. Ningún miembro de la UIA suscribiría esos dichos.
El Encuentro Hemisférico patronal –que volverá a reunirse junto a la próxima cumbre política– está presidido por Ernesto Gutiérrez, de Aeropuertos Argentina 2000, quien también compartió el escenario con Carlos de la Vega, de la Cámara Argentina de Comercio y Héctor Méndez, titular de la UIA.
Frente al micrófono, Méndez aludió a las bondades del libre comercio, básicamente como un modo de empujar las exportaciones. Pero fuera del estrado, los dirigentes fabriles admiten sus reparos a cualquier fórmula que entrañe más apertura y los exponga a competencia. “Está bien el ALCA. Pero debería hacerse al estilo de la Unión Europea: dando tiempo para la reconversión. España y Portugal recibieron 100 mil millones de dólares cada una”, se regodeaba Ignacio de Mendiguren, fantaseando con un destino similar para una Argentina sin barreras arancelarias.
Finalmente, no hay hombre de empresa que se presente como un detractor neto de la iniciativa hemisférica que tiene el costado seductor de poder vender más y se ve como un destino ineludible, aun en las charlas de café. “Ahora o en años, se hace”, vaticinaba Alvarez Gaiani. “La cuestión es cómo: primero, que bajen los subsidios”, relativizaba De la Vega.