El Gobierno consiguió que varios de los actores que expresan el poder económico firmaran los acuerdos de precios para controlar la inflación. Ya pasaron o pasarán a suscribir su respectivo convenio los supermercados, las grandes compañías alimentarias, las empresas de artículos de limpieza y las industrias de insumos básicos como Techint, Aluar, Siderar y las petroquímicas. Sin embargo, con la carne es toda una lucha. Una de las razones es que el sector presenta múltiples jugadores, con características muy particulares en cada caso.

El primer eslabón de la cadena son los productores ganaderos. La Sociedad Rural y Confederaciones Rurales –de la que participa Carbap– se bajaron del convenio (ver nota central), mientras que Federación Agraria y Coninagro ratificaron sus firmas. Federación Agraria agrupa a los pequeños y medianos ruralistas. La entidad nació en 1912 en rebeldía por los manejos de los grandes estancieros y hasta el día de hoy conserva su perfil combativo frente al establishment del sector. Sus propiedades van desde 30 a 150 hectáreas. Coninagro, por su parte, comenzó en 1956 y es una unión de cooperativas. El 80 por ciento de la entidad lo representan dos entidades: SanCor y la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA). Sus bases están cercanas a Federación Agraria, aunque sus dirigentes han mostrado posiciones oscilantes.

El segundo eslabón son los consignatarios, cuya tarea es la de intermediarios entre la producción y los frigoríficos o los matarifes. Los consignatarios colocan entre la industria la hacienda que envían desde el campo los ganaderos, trabajo por el que cobran un 6 por ciento del precio de venta. Por lo tanto, su objetivo es que la carne aumente. Las cámaras que los agrupan también retiraron su firma del convenio con el Gobierno. En este sector abundan los apellidos aristocráticos, como Alzaga Unsué, Lanusse, Bullrich y Sáenz Valiente. Si bien tienen poca exposición pública y están más dedicados a los negocios que a la política, forman un bloque con la Sociedad Rural y Carbap.

La mayor preocupación de este sector es evitar el traslado del Mercado de Liniers, denunciado hasta el cansancio por las entidades ambientalistas por contaminar el Riachuelo y la zona de Mataderos. En las últimas elecciones para jefe de Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires, sus principales dirigentes apostaron fuerte a Mauricio Macri, por quien hicieron campaña.

Finalmente, están los frigoríficos. El más grande es el consorcio ABC, que nuclea a Swift, Cargill y Quickfood. Estas compañías también suelen confrontar con el Gobierno. En cambio, Cicra, que reúne a empresas que abastecen el mercado interno y el de exportación, está más abierto al Ejecutivo. Unica y Cadif oscilan en sus apoyos.