La paritaria metalúrgica quedó postergada una semana, luego de que fracasara la reunión de ayer para llegar a un acuerdo y el Ministerio de Trabajo convocara a un nuevo cónclave. En la misma jornada, el ex ministro de Economía Roberto Lavagna advirtió sobre la necesidad de que las recomposiciones salariales no bajen del 15 por ciento, so pena de que se frene la economía.

La recomendación del otrora funcionario, devenido en rival político del Gobierno, de algún modo lleva agua al molino de los 200 mil trabajadores de la Unión Obrera Metalúrgica que están pidiendo un incremento salarial del 20 por ciento, el doble de lo que le ofrece la patronal representada por Adimra, asociación que nuclea a los industriales.

Después de tres reuniones en las que no hubo acuerdo, ambas partes comenzaron un cuarto intermedio tras el cual harían un nuevo intento para acercar posiciones. “Vamos a hacer el esfuerzo de esperar hasta el lunes próximo, pero estamos empezando a calentar los motores”, manifestó Juan Belén, secretario adjunto de la UOM.

Más ambiciosa es la meta del Sindicato Unico de Trabajadores del Neumático (Sutna), que lidera Pedro Wasiejko, y que reclama un reajuste del 38 por ciento, a discutir en la ronda paritaria que hoy tendrán con sus empleadores en la sede de la cartera laboral. “Ningún trabajador debe percibir menos de 2471 pesos por mes”, dijo el secretario adjunto de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), y acotó que “hoy el sector privado tiene ganancias y rentabilidad muy altas, y los trabajadores tienen que conseguir que eso se distribuya equitativamente”.

Una opinión en sentido similar formuló ayer Lavagna, para quien los aumentos salariales tienen que superar la inflación. “La real hoy es del 15 por ciento, por lo que hay que esperar que haya un ajuste mínimo de ese nivel porque, si no, se va a frenar la economía”, acotó el ex ministro.

“Los salarios tienen que ir por encima de la inflación”, a la que calificó como “una fenomenal máquina de generar pobres”.

Lavagna defendió el criterio de mantener un tipo de cambio relativamente alto como un recurso para garantizar “el empleo y la producción nacional”, advirtiendo que sería riesgoso dejar que baje, a semejanza de lo que ocurre en Brasil, donde un dólar cotiza a 2,10 reales.