“Ella busca más el bronce que el oro”, sentenció un empresario energético, que no votó a Cristina Fernández de Kirchner, pero que reconoce en la presidenta electa la misma posibilidad de mejorar la gestión de su marido que el grueso de sus colegas. “Intentará mayor calidad institucional”, precisaba luego un constructor. A los ojos patronales, esto supone desde emprolijar la metodología para medir los precios a evitar el estallido de otros casos de sobreprecios como los de Skanska. Este mayor cuidado sería un valor añadido al atributo central que los hombres de empresas, casi sin discriminación de rubro, ven en la futura administración cristinista: el de seguir haciendo buenos negocios.

Cristina Fernández de Kirchner es en alguna medida una incógnita para los empresarios que, salvo algunas excepciones, no han tenido demasiado contacto directo con ella. Pero descuentan que ratificará la actual línea industrialista, tanto como que administrará un período menos hostil hacia las privatizadas. “En materia económica se votó una continuidad del proceso que empezó hace cuatro años y dio resultado”, se entusiasma Adrián Kauffman, hombre de Arcor y dirigente de la Unión Industrial Argentina. “No entendía quién podría votar a alguien desconocido, cuando hay una candidata que propone algo ya probado y que dio resultados”, avala el textilero Teddy Karagozian.

El ejecutivo de Arcor y el fabricante de hilados pertenecen a sectores que se beneficiaron con las políticas kirchneristas tanto como las automotrices, que ayer también celebraron la consagración de la senadora CFK como la garantía de que podrán seguir con un nivel de producción y exportaciones record (ver página 16). “Este cambio de gobierno garantiza la permanencia y seguridad de las políticas económicas que se venían llevando adelante, con lo cual los buenos pronósticos para el próximo año no hacen otra cosa que confirmarse”, se entusiasmó ayer el secretario de la Asociación de Fabricantes de Automotores de la Argentina (Adefa), Fernando Fraguío.

Visiones tan optimistas también las tuvo el titular de la Cámara Argentina de la Construcción, otro de los sectores prósperos, a pesar del amesetamiento de los últimos meses. Enrique Wagner suspira tranquilo, y no sólo porque el resultado de los comicios le agrada: el presupuesto nacional para el año próximo prevé fondos igualmente generosos a éste para la obra pública. Bien sea de la caja estatal, bien de la privada, el dueño de Eusuco descuenta “que para crecer al 5 por ciento o más hay que invertir fuerte en infraesctructura”, lo que garantiza un piso nada despreciable de demanda para los constructores.

Aunque no pueden identificarse como uno de los segmentos mimados, los prestadores de servicios públicos también tienen con qué esperanzarse. Más allá de los aumentos tarifarios previstos para el año próximo, están los que se derivarán de las revisiones tarifarias integrales y por propios dichos del vicepresidente electo, Julio Cobos, quien días atrás explicó al diario español ABC que era necesario alertar a los usuarios de luz y de gas que no es posible “vivir con tarifas congeladas todo el tiempo”.

Finalmente, Cristina plantea menos incertidumbre de las que hubiese generado su rival más inmediata, Elisa Carrió, o el propio Roberto Lavagna. “¿Usted cree que podría haberlo votado después de lo que hizo?”, provocaba ayer un constructor, en alusión a la denuncia de corrupción en la obra pública con la que el ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner formuló antes de irse del gobierno.

Con un pronunciamiento escueto y formal, la Asociación Empresaria de la Argentina, presidida por el dueño de Arcor, Luis Pagani, deseó ayer “el mayor de los éxitos” a la futura presidenta, de quien los empresarios no esperan un cambio de rumbo económico pero sí “de estilo”. Esto, conjeturan, no sólo podría suponer más control sobre los presuntos desvíos en la administración pública. También, se esperanzan, un diálogo más fácil con el establishment, al que su marido esquivó sistemáticamente.