Martes, 30 de octubre de 2007 | Hoy
EL PAíS › LAS DEFINICIONES DE ELISA CARRIO
La creadora de la Coalición Cívica se define como “la líder de la oposición” y minimiza el alcance de Macri, su rival en ese espacio. Defiende el armado que criticaron desde el ARI y ya no habla tanto de López Murphy.
Por Werner Pertot
Lilita tuvo ayer lo que ella define como el mejor día de su vida. Desde temprano a la mañana, salió exultante a instalar su segundo lugar en las elecciones y el crecimiento exponencial en la representación parlamentaria de la Coalición Cívica: “Soy líder de la oposición. A eso no se renuncia”, se proclamó delante de muchas cámaras. Su rapidez contrastó con el rechazo de Mauricio Macri al mote de “jefe de la oposición”, apenas ganó el ballottage en Capital. “Mauricio tiene una fuerza local”, lo minimizó la líder de la CC, en diálogo con Página/12.
–¿Por qué no hubo ballottage?
–El ballottage siempre fue muy difícil. Si fuera por los grandes centros urbanos del país, estaba asegurado. Y hubo una posibilidad al mediodía, que es cuando ellos mandaron a hacer el operativo al conurbano para saquear permanentemente boletas. El vuelco electoral que se dio en los grandes distritos estaba llegando al conurbano. Y ahí lo pararon.
–¿El robo de boletas influyó?
–Sí, decisivamente. Con semejante poder y dinero, no era necesario boicotear a la oposición.
–¿La economía definió el voto?
–No, porque está claro que el 70 por ciento de las clases medias y altas votó contra Cristina. Estamos hablando de toda la clase media, no es de derecha, de izquierda. Es toda. Hay un rechazo muy fuerte a un estilo de gobierno, a una concepción de ética y de distribución del ingreso. Ellos retuvieron el sector más tradicional del propio PJ. Y está ese 30 por ciento de indigentes y pobres que tiene controlados por planes sociales.
–¿Ellos no son “ciudadanos libres”, como usted planteó ayer?
–La diferencia es la libertad de voto. Cuando una persona siente miedo, porque si vota lo que quiere puede perder un plan, no es que ella no sea libre, porque nació libre, pero a esa persona en el conurbano bonaerense le está quitada la libertad por el poder. Es libre, pero está aprisionada.
–¿El rol de “líder de la oposición” se lo puede disputar Macri?
–No me preocupa. Nosotros constituimos la segunda fuerza política nacional. Hemos ganado 5 senadores, más de 22 diputados nacionales y 22 senadores y diputados en la provincia de Buenos Aires: muy pocas veces una fuerza avanzó con esta fortaleza institucional. Lavagna casi no obtuvo representaciones porque tuvo colectoras y destruyó el voto. Estamos frente a una fuerza nacional, y me parece que Mauricio tiene una fuerza local.
–¿Quién representa mejor la alternativa opositora?
–Hace mucho tiempo está claro quiénes son las figuras de la oposición...
–¿Quiénes?
–En la Capital, Mauricio y yo. Y en el país, nosotros. Hay dos liderazgos que representan a la ciudad y que incluso tienen votos cruzados.
–¿A qué se debe el crecimiento del 2003 hasta esta elección?
–A una construcción política, que era lo que me criticaban (sonríe). Este es el final de una construcción que tuvo resistencias, pero que finalmente tiene cinco millones de votos (sonríe aún más).
–¿Los dirigentes del ARI que resisten esta construcción se irán?
–Bueno, los resultados son tan contundentes que cada uno puede estar en el lugar que quiera (se ríe). La Coalición Cívica sigue y nuestro objetivo es ganar provincia, Capital y Santa Fe en dos años, hasta que podamos llegar a los gobiernos de los principales distritos y a la presidencia en cuatro años. La Coalición va a ser gobierno en el 2011. Ya está.
–¿Cómo va a liderar y, al mismo tiempo, no ser la candidata?
–Hay una distinción entre poder y autoridad. Hay personas que tienen autoridad sin tener poder. Gandhi liberó la India sin ser primer ministro. A algunos les toca abrir el camino y a otras, gobernar. A mí siempre me interesó conducir un proceso histórico, y lo estamos logrando. Pero nunca tuve una afección a los cargos. Yo amo la libertad.
–¿Quién se perfila como candidato a presidente?
–Hay muchísima gente con mucha consistencia técnica, que va a tener liderazgo político. Voy a ayudar a que una nueva generación gobierne.
–En caso de que no surgiera un nuevo liderazgo, ¿volvería a presentarse?
–Tendría que ser una situación casi en el límite de lo excepcional. Creo que no, porque nadie es imprescindible. Yo voy a hacer todo para que no sea yo.
–¿A quiénes tiene pensado convocar a la CC?
–Mucha gente que hoy estuvo en la candidatura de otros opositores, que son amigos nuestros de siempre, que comparten otros valores, seguramente se van a incorporar a la Coalición.
–¿López Murphy puede ser uno?
(Se pone seria) –Nnno, es más difícil, por su situación personal.
–¿Ni siquiera si rompe con Macri?
–No, porque su situación personal es... No voy a dar nombres.
–¿Su construcción seguirá sin basarse en las ideologías?
–La CC es un cuerpo ideológico. No está centrado en las viejas categorías de derecha o izquierda... Pero si Fernández y Quindimil son la izquierda progresista en la Argentina, estamos a su derecha.
–Con Stolbizer, ¿tienen una relación perdurable o es como la de Telerman?
–En su momento, no tuve un problema con ella, sino con todo un bloque, porque voté contra la reforma laboral y contra los superpoderes de Cavallo. Se trataba de una diferencia política importante en un momento en que me quedé sola. Hemos militado juntos y estoy muy contenta.
–¿Con Telerman no había esa cercanía?
–Yo a Telerman lo ayudé y lo quiero mucho. Y nunca le pediría nada.
–Al final, “Telerman era De Vido”, nomás...
–Uno en la vida se preocupa por no traicionar. Estoy contenta de haber bancado la derrota: debo ser la única dirigente que está en las derrotas.
–¿A Alfonsín lo va a perdonar?
–Yo le perdono todo.
–¿El radicalismo llega a su fin con esta elección?
–Sus valores los expresa la Coalición Cívica.
–¿Qué figura hay para la Capital de la Coalición?
–Hay muchos jóvenes y mujeres brillantes. Y yo los voy a ayudar a que gobiernen la Argentina.
–Usted la conoció a Cristina en la Comisión de Lavado. ¿Cómo cree que va a gobernar?
–Hay que esperar. Nadie sabe cómo va a gobernar. Ni siquiera sabe qué va a decir el 10 de diciembre.
–¿Cuándo fue la última vez que hablaron?
–No me acuerdo, habrá sido en esa época. Yo nunca tuve ningún problema personal con ella. Ella los tuvo conmigo, pero no yo con ella. Pero la conozco. Sé muy claramente quién es... pero la gente puede cambiar.
–Usted decía que “las mujeres prefieren ver algo nacer que apoderarse de lo nacido”. ¿Se aplica a Cristina?
–Hay mujeres y mujeres...
–¿Habrá leído a Hannah Arendt?
–No. A Hegel (se ríe con ganas). Yo nunca lo entendí a Hegel...
–¿Cómo podría ser un gobierno de Cristina con quórum propio?
–Igual que ahora.
–Alberto Fernández planteó que los porteños “votan como en una isla”.
–No se trata del voto de la Capital, votaron así todas las grandes ciudades. No hay gorilismo, lo que hay es un rechazo de las clases medias, del que el Gobierno tiene que ocuparse, porque afecta su gobernabilidad.
–¿Cuál es el mensaje?
–Las grandes clases medias quieren que sus hijos vivan en la república, que haya justicia social y desarrollo económico. No queremos vivir en un país bananero.
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