Martes, 30 de octubre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › ACUSADO DE ABUSO
Por Horacio Cecchi
El hábito no hace al monje, dice el dicho, y Napoleón Sasso estuvo allí para discutirlo. Allí significa frente a los jueces del Tribunal Oral 1 que lo juzga por la gravísima acusación de “abuso sexual doblemente agravado” en cinco ocasiones (más otras dos que se sumaron ayer por un pedido de la querella), por tratarse de víctimas menores y por ser ministro de un culto religioso. Durante la audiencia de ayer, la primera del juicio, el ex párroco de la capilla de La Lonja, de Pilar, se negó a declarar, pero sí lo hicieron dos de las víctimas, de 14 y 11 años en noviembre de 2003 –cuando se desataron las denuncias– y lo hicieron a puertas cerradas por tratarse de menores. Hoy continuarán declarando las otras tres denunciantes y luego seguirán los testigos.
Como anticipó Página/12, el largo camino desde Olmos (donde se encuentra detenido el ex párroco) hasta San Isidro fue para Sasso un calvario. A tal punto que llegó a la audiencia más de una hora tarde, pero esposado. Afuera quedó aguardándolo su reciente esposa, Argentina Graciela Inés Miño, con quien contrajo matrimonio tras las rejas, en la unidad 26, donde su pasar tiene mucho más de preso vip que de procesado hacinado.
La defensora oficial de Sasso, Norma Inés Mendoza, rompió el silencio con un contraataque: acusó al abogado de la querella Ernesto Moreau por “invadir la intimidad de las menores víctimas”, para lo que presentó, como supuesta prueba, la nota publicada por este diario el viernes pasado. En aquella nota, ni siquiera en un loable esfuerzo imaginario se logra identificar a ninguna de las víctimas. Moreau respondió que “los nombres nunca fueron proporcionados, pero sí es muy importante que el público sepa lo que ocurre y que esté alerta para que situaciones como la que se juzga en esta causa no se vuelvan a repetir”.
Las demoras en el camino del calvario, la seguidilla de nulidades técnicas solicitadas y el pedido de la querella de abrir una causa nueva para investigar dos nuevos casos que ya anticipara Página/12 hicieron de esta primera media audiencia un trámite de jeroglíficos judiciales. Después, durante la tarde, llegó el turno de las dos primeras denunciantes. Para la ocasión, la sala fue desalojada por pedido de la propia querella, para mantener protegida la intimidad de las víctimas. Dentro, durante unas horas, las dos chicas confirmaron su acusación, según aseguraron fuentes de la causa, describiendo la habitación del ex párroco y diferentes sectores de la capilla.
Hoy continuará la audiencia con las declaraciones de las otras tres víctimas durante la mañana, y con las primeras citaciones de testigos, por la tarde, entre ellos el cura obrero Luis Domínguez Guzmán, que colaboró en la búsqueda de testimonios de víctimas, la psicóloga María Inés Olivella, que las atendió, y la mujer laica que abrió el camino de las denunciantes. El horario de inicio será a las 9 de la mañana, si Dios quiere.
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