Desde París

La batalla por la segunda vuelta de las elecciones municipales del próximo domingo comenzó en Francia con una zambullida hacia el centro. La izquierda y la derecha emprendieron ayer la búsqueda de alianzas con el partido centrista Moden, Movimiento Democrático, liderado por François Bayrou. Este movimiento, creado por Bayrou luego de haber gobernado durante décadas con la derecha, detenta muchas de las claves de la segunda vuelta. El Moden aparece hoy como el árbitro inevitable de muchos de los duelos electorales donde se jugarán la conquista o la pérdida de ciudades cuyas mayorías quedaron supeditadas a lo que decidan los electores centristas. El Moden puede mantener sus listas en 37 ciudades de 30 mil habitantes mientras que el 5 por ciento que los centristas obtuvieron en muchas comunas le otorgan el derecho de fusionar con otras listas.

Francia vuelve a vivir un escenario similar al que se plasmó luego de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de mayo pasado. En ese entonces, socialistas y conservadores salieron en busca del voto centrista y ello había provocado una fuerte controversia en el seno del Partido Socialista. Su candidata presidencial de entonces, Ségolène Royal, abogó por una alianza con el centro, pero la dirigencia del PS remó en sentido contrario. El esquema de ahora es similar. Royal volvió a proponer alianzas en todas partes con el Moden. El primer secretario del PS, François Hollande, aclaró que el Partido Socialista “no estaba en una estrategia de alianzas”. A su vez, la derecha gobernante apuntó sus declaraciones seductoras hacia el mismo sector. El primer ministro, François Fillon, estimó ayer que el Moden y su partido –UMP– “compartían muchas cosas”. Pero el Moden dejó a todo el mundo a medio camino. François Bayrou rechazó la “negación global” que le propuso el jefe de gabinete y optó por una negociación “ciudad por ciudad”, siempre y cuando, reiteró, “no tengamos que negar nuestras convicciones y nuestros valores”.

Los preparativos para la cita del domingo se han convertido en una suerte de salpicón de alianzas dispares. Los centristas se aliaron con la derecha en algunas ciudades y en otras con el PS. El pacto más espectacular concierne a la segunda ciudad del país, Marsella, donde la derecha municipal que gobierna desde hace 20 años esta capital portuaria enfrenta la segunda vuelta con una ventaja estrecha. Allí, el partido centrista fusionó su lista con la socialista. Menos concreto pero no por ello sin valor, en Estrasburgo, otro de los centros urbanos franceses que podrían ser conquistados por la izquierda, la candidata centrista acumuló elogios sobre la socialista. Tercer hombre de las presidenciales –18, 57% de los votos, aplastado luego en las legislativas de 2007, apenas tres diputados–, François Bayrou se apoya en la consulta municipal y cantonal a fin de tejer sus redes locales y propulsarse hacia 2012, fecha de la próxima elección presidencial.

Y mientras los partidos tradicionales negocian su salvoconducto a la victoria, los movimientos irreductibles se frotan las manos. La extrema izquierda francesa realizó el mejor resultado de su historia en estas elecciones municipales. Los electores también les dieron un espaldarazo a los comunistas, que conservaron las ciudades emblemáticas y ganaron otras. Pero el caso más asombroso es el de la Liga Comunista Revolucionaria, LCR, liderada por Olivier Besancenot. De las 200 listas que presentó la LCR 109 obtuvieron más de 5 por ciento y 29, un voto superior a 10 por ciento. La extrema izquierda siempre rehusó las alianzas electorales así como los pactos dentro de los Ejecutivos municipales. Esta irrupción de la extrema izquierda en la gestión de la vida local viene a consolidar la estrategia global de la ultraizquierda que se propone formar de aquí a finales de año un “nuevo partido anticapitalista”.