Sábado, 21 de junio de 2008 | Hoy
EL MUNDO › SALVó A MILES DE JUDíOS DESDE SUIZA, PERO MURIó EN LA POBREZA Y EL OLVIDO
Como diplomático en el consulado de Ginebra, inscribía a familias judías de Europa oriental como ciudadanos salvadoreños para evitar deportaciones a los campos de concentración. Un historiador descubrió su obra en un viejo archivo.
El coronel José Arturo Castellanos, quien estuvo destinado en el consulado de Ginebra, Suiza, entre 1942 y 1945, ayudó a judíos a escapar de los campos de exterminio dándoles certificados de nacionalidad salvadoreña. La obra del ex diplomático salvadoreño que durante la Segunda Guerra Mundial salvó la vida de miles de judíos en los campos de concentración nazis y murió hace treinta y un años en la pobreza y el olvido, es rescatada ahora por una comisión oficial.
El redescubrimiento de la obra de Castellanos fue posible gracias a una serie de circunstancias, entre ellas el hallazgo realizado por un historiador y miembros del cuerpo diplomático. La Cancillería salvadoreña nombró una comisión especial para investigar el caso y solicitar el reconocimiento ante el tribunal israelí del Museo del Holocausto Yad Vashem, que tiene su sede en Jerusalén.
Castellanos estudió en la Escuela de Guerra de Turín, Italia, en los años ’30, y ocupó una de las jefaturas del Estado Mayor salvadoreño hasta que el gobierno de Maximiliano Hernández Martínez lo envió a Europa con la misión de comprar armas. No regresó a El Salvador porque Hernández Martínez veía en él a un rival político y prefirió nombrarlo cónsul general en
Liverpool, Inglaterra. Luego, el militar fue designado diplomático en Hamburgo y posteriormente en Ginebra, donde entabló amistad con el empresario rumano Gyorgy Mandl.
Mandl, que adoptó el nombre de George Mandel-Mantello, le pidió ayuda a Castellanos para salvar a su familia de la deportación a los campos de concentración nazis. De acuerdo con los archivos nacionales, Castellanos creó el cargo ficticio de primer secretario en el consulado de Ginebra para proteger a Mandel-Mantello, quien le propuso salvar la vida de otras familias judías en la Europa oriental.
“Y así fue como Castellanos empezó a emitir certificados de nacionalidad salvadoreña para salvar a unos y luego a otros y otros”, relató el diplomático Ernesto Arrieta Peralta, miembro de la comisión especial investigadora. Los que ahora se llaman “papeles de la libertad” fueron certificados de nacionalidad salvadoreña emitidos a favor de grupos familiares, pero nadie sabía de su existencia hasta que el historiador Carlos Cañas-Dinarte encontró copia de los documentos en los archivos nacionales en El Salvador. “En 1999 consulté un fondo que se llama Migración 1942 y, en medio de papeles de gente que iba a la región centroamericana, empezaron a aparecer estos expedientes de personas judías de origen polaco, búlgaro, rumano, que solicitaban ser reconocidos como salvadoreños”, contó Cañas a la BBC.
Acerca de la saga de Castellanos poco se sabe, salvo que en 1972 el escritor Leon Uris visitó El Salvador en busca del hombre que rescató judíos en la Segunda Guerra Mundial. Aquella visita conmocionó a la sociedad salvadoreña de la época. El coronel Castellanos ofreció una pequeña entrevista a Radio Nacional en 1976, un año antes de su muerte, donde reveló la operación que montó en Europa, pero el caso pronto volvió al olvido.
Años más tarde, de forma aislada, aparecieron sobrevivientes del Holocausto en la embajada salvadoreña en Israel para agradecer por la emisión de los certificados de nacionalidad. El ex embajador en Israel, Ernesto Arrieta Peralta, recordó que así empezó a documentar el caso de Castellanos y después se enteró de la investigación de Cañas-Dinarte, con quien unió esfuerzos para reconstruir la vida de Castellanos.
La gestión de Castellanos recordó las acciones heroicas de Oskar Schindler, el industrial alemán que también rescató de la muerte a miles de perseguidos y cuya obra fue recreada en la película La lista de Schindler, dirigida por Steven Spielberg. El presidente honorario de la comunidad judía en El Salvador, Claudio Kahn, es uno de los principales promotores para incorporar el nombre del salvadoreño en el Museo de Yad Vashem.
Kahn está radicado en el país desde 1964 y ha financiado los viajes de investigadores a Europa y Estados Unidos, más la publicación de un libro que reseña la vida de este diplomático. Una de las hijas del diplomático, Frida García Castellanos, consideró que el origen de esta historia fue la relación entre dos amigos, uno en peligro y el otro ayudándolo. “Cuando supe de la historia después de la visita de Leon Uris, le dije ‘Papá, ¿por qué nunca lo contaste?’ ¿Y sabe qué me dijo? ‘Porque cualquiera en mi lugar habría hecho lo mismo. Para él no fue nada heroico ni espectacular.”
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