Lunes, 14 de julio de 2008 | Hoy
EL MUNDO › JUNTó A áRABES E ISRAELíES BAJO EL PARAGUAS DE LA FLAMANTE UNIóN DEL MEDITERRáNEO
En su jugada diplomática más ambiciosa hasta ahora, el presidente francés lanzó una alianza regional que incluye a viejos rivales y el espacio ya está rindiendo frutos con las conversaciones sobre Palestina y las alturas de Golán.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Sobre un fondo azul que simbolizó el color del Mediterráneo, Nicolas Sarkozy dio forma y contenido a su, hasta ahora, proyecto más ambicioso y personal en el terreno de las relaciones internacionales: el lanzamiento del foro de cooperación Unión por el Mediterráneo, UPM, que reúne a 43 países: los 27 de la Unión Europea y la totalidad de las naciones de la ribera del Mediterráneo. La UPM quedó conformada oficialmente el domingo y con ello el presidente francés logró lo que parecía imposible: reunir en torno de una misma mesa a países distanciados por antagonismos territoriales y religiosos como es el caso de los países árabes e Israel. En un breve fin de semana Sarkozy obtuvo que los presidentes de Siria y Líbano se comprometieran a mantener sus relaciones diplomáticas, también consiguió que, antes de la cumbre, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y el primer ministro israelí, Ehud Olmert, manifestaran juntos su vocación irreversible de llegar a un acuerdo de paz. Por último, con el clima de paz suscitado por la cumbre, el jefe de gobierno israelí envió un mensaje al presidente sirio, Bashar Al Assad, a través del primer ministro turco, Tayyip Erdogan. Israel y Siria, técnicamente en guerra desde la creación del Estado hebreo, en 1948, han mantenido tres rondas de negociaciones indirectas desde marzo, siempre a través de Turquía.
Nicolas Sarkozy inició su maratón diplomático reuniendo en el Palacio del Elíseo a Mahmud Abbas y Ehud Olmert. El primer ministro israelí dijo que ambas partes se estaban acercando “al momento en que debemos tomar decisiones importantes” y luego admitió que “nunca hemos estado tan cerca de un acuerdo”. A su vez, Mahmud Abbas resaltó que la “amistad” de Sarkozy con Israel y Palestina le permite “desempeñar un papel importante para ayudar al éxito del proceso de paz en pocos meses”. El presidente de la Autoridad Palestina también reconoció que, pese a los bloqueos existentes y la perpetua cuestión de la extensión de la colonización israelí en los territorios palestinos, se habían “iniciado negociaciones en profundidad con Israel. Continuaremos los esfuerzo. Somos bastantes serios”. Según informaron fuentes cercanas a la delegación israelí, Olmert prometió a Abbas la liberación de un nuevo grupo de prisioneros palestinos. Es preciso, con todo, moderar el alcance que pueden tener estas declaraciones que parecen augurar un desenlace positivo. En primer lugar, israelíes y palestinos se han reunido en forma regular desde el relanzamiento del proceso de paz, en noviembre pasado, pero el problema planteado por las colonias judías en Cisjordania y Jerusalén Este bloquea lo esencial de las discusiones. En segundo lugar, el primer ministro israelí no está en condiciones de sellar un acuerdo. Las acusaciones de corrupción contra Olmert constituyen un obstáculo mayor para el proceso de paz, tanto más cuanto que, para muchos observadores, los días de Olmert al frente del gobierno están contados.
En el marco majestuoso del Grand Palais Nicolas Sarkozy lanzó luego la creación de la Unión por el Mediterráneo. Esta iniciativa reunió en un mismo espacio a los protagonistas de un antagonismo sin fin cuyo escenario es Oriente Medio. La cumbre de París aplacó por unas horas la enemistad histórica entre la casi mayoría de los países árabes e Israel y ello produjo una imagen inédita en la que se vio al primer ministro Israelí sentado a pocos metros del presidente sirio Bashar Al Assad. En este sentido, en su discurso de apertura, Sarkozy saludó a “todos los países árabes” y agradeció “el gesto de paz” simbolizado en su presencia. El mandatario reconoció que, para los presentes, había sido un esfuerzo acudir a París porque cada uno “lleva en él recuerdos de injusticia, de dolor, de sueños rotos que no se borrarán nunca”. Pero Sarkozy también recalcó que se debe mirar hacia el futuro y hacer un “esfuerzo similar” al “que hicieron los europeos para poner un término al engranaje fatal de la guerra y la violencia que, siglo tras siglo, instauró la barbarie en el corazón de la civilización europea”. El presidente egipcio, Hosni Mubarak, que copreside la UPM, expresó su deseo de que la fase que se inicia ahora sea “la de la paz en Medio Oriente”.
Las frases llenas de buenas intenciones y de invocaciones a la paz no pueden ocultar la complejidad de ejercicio futuro y los enfrentamientos que perduran en el presente. Incluso si Nicolas Sarkozy marcó una fecha en la historia de las diálogos multilaterales entre Europa y el Mediterráneo, las dificultades son, a menudo, un rompecabezas. Por ejemplo, prueba de ello es la ausencia de la tradicional foto que reúne a todos los participantes a las cumbres. No hay, de esta reunión, una imagen única y global.
En un terreno más práctico se retuvieron seis proyectos concretos: las autopistas del mar, la descontaminación del Mediterráneo, la protección civil, un plan solar Mediterráneo así como la creación de una universidad euromediterránea y una agencia para desarrollar pequeñas y medianas empresas.
La cumbre de París significó también el regreso al primer plano internacional del presidente sirio Bashar Al Assad. Pero su estadía en París está lejos de haber complacido a todo el mundo, tanto más cuanto que Al Assad asistirá este 14 de julio a los desfiles de la fiesta nacional francesa. Su presencia en el desfile militar provocó “malestar” entre soldados franceses para quienes Siria es responsable del atentado contra un puesto militar francés en el Líbano. En 1983, una explosión voló el edificio Drakkar en Beirut donde estaban estacionadas tropas franceses de la Fuerza Multinacional de Interposición. El atentado costó la vida a 58 soldados. La Asociación Internacional Soldados por la Paz consideró que la asistencia del presidente sirio al desfile del 14 de julio era “un atentado a la memoria” de las 58 víctimas del atentado. Este lunes, delante de Al Assad desfilará un destacamento de Cascos Azules de la ONU. Muchos observadores de la época vieron la mano de siria detrás de este atentado reivindicado en aquel entonces por un grupo islámico desconocido. La presidencia francesa aclaró el domingo que sigue siendo “un error histórico” atribuirle a Siria la responsabilidad de ese acto terrorista. No existe, hasta hoy, ninguna aprueba directa que vincule a Damasco con este atentado que, hace 25 años, llevó a su grado máximo el conflicto libanés. Tres minutos antes de que explotara la bomba en el destacamento francés, otra explosión destruyó el cuartel general de Estados Unidos instalado cerca del aeropuerto de Beirut. 239 soldados norteamericanos murieron antes que los 58 franceses.
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