El nuevo presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, está siendo presionado por la oposición para suspender la cooperación con Estados Unidos en la llamada Guerra contra el Terrrorismo. En lo que va del mes ya suman cuatro los ataques norteamericanos en territorio paquistaní, incluyendo la primera incursión terrestre reconocida oficialmente por Washington desde la frontera afgana. Las fuerzas paquistaníes se mantuvieron al margen de las ofensivas estadounidenses y sólo respondieron ayer reforzando el área con helicópteros. Los partullajes dejaron al menos 30 insurgentes muertos. A pesar de la condena pública del gobierno de Islamabad, los partidos opositores denunciaron que el viudo de Benazir Bhutto llegó a un acuerdo bajo la mesa con las fuerzas estadounidenses. La otra versión es que los jefes militares paquistaníes sabían de los ataques y no le advirtieron al presidente Zardari.

El enojo entre los dirigentes paquistaníes se acentuó esta semana después de que la prensa norteamericana revelara que el presidente George Bush había firmado una orden en julio pasado para autorizar ataques del otro lado de la frontera con Afganistán, aun sin el consentimiento de Islamabad. La Casa Blanca fue muy clara sobre su interés en mejorar la situación en Afganistán. Ayer un atacante suicida mató a un gobernador a apenas unos kilómetros de Kabul, la capital.

Esta semana, el comandante militar estadounidense, el almirante Michael Muller, justificó la orden de Bush ante el Comité de Asuntos Militares del Congreso. “No creo que estemos ganando en Afganistán –aseguró y pidió un cambio de estrategia, que incluya al vecino Pakistán–. Estas dos naciones están intrínsecamente unidas por una insurgencia común que filtra la frontera. Nosotros podemos perseguir a los talibán mientras intentan cruzar esa frontera, pero hasta que no trabajemos codo a codo con el gobierno paquistaní para eliminar todos los santuarios de la región, el enemigo seguirá escapándose.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.