Domingo, 28 de diciembre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › MáS DE DOSCIENTOS MUERTOS Y SETECIENTOS HERIDOS FUE EL SALDO DE LA OFENSIVA CONTRA HAMAS EN GAZA
Fue el ataque más sangriento contra la Franja de Gaza desde la Guerra de los Seis Días en 1967. La comunidad internacional llamó a un cese del fuego inmediato, excepto Estados Unidos. Decenas de cuerpos ensangrentados en las calles.
Por María Laura Carpineta
Israel lanzó ayer el ataque más sangriento contra la Franja de Gaza desde la Guerra de los Seis Días en 1967. Cerca del mediodía una escuadra de F-16 bombardeó la sobrepoblada ciudad de Gaza y destruyó casi un centenar de edificios de la organización radical Hamas. Aunque el primer ministro israelí Ehud Olmert aseguró que intentaron evitar la muerte de civiles, al menos 225 palestinos murieron en los ataques y más de 750 resultaron heridos, según fuentes hospitalarias. La respuesta en la franja no se hizo esperar. Más de 30 cohetes artesanales Kassam cayeron en el sur de Israel, la mayoría en la pequeña ciudad de Netivot. Una mujer murió y cuatro hombres resultaron heridos, dos de gravedad.
Aun después del ataque, los aviones israelíes continuaron sobrevolando Gaza. Según los medios israelíes, durante la madrugada se escucharon varias explosiones. La comunidad internacional llamó a un cese del fuego inmediato (ver aparte), excepto Estados Unidos. “Responsabilizamos a Hamas por romper el cese del fuego y la nueva violencia en Gaza”, aseguró la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, en un comunicado. La Autoridad Palestina, en cambio, se distanció esta vez de Washington. “Estos cohetes caseros son reprochables, pero no pueden justificar un ataque masivo de F-16. Lo que pasó hoy (por ayer) es un claro crimen de guerra”, denunció el vicecanciller palestino, Ahmad Soboh, en diálogo telefónico con este diario. Fue un instante. En apenas 15 minutos una ráfaga de bombas cayó sobre el centro de la ciudad de Gaza. “Fue sólo un momento, pero parecía que no iba a terminar más”, contó a Página/12 Halima Velasco, una joven palestina de 23 años que vive en la ciudad aledaña de Beit Hanoun. Las bombas no llegaron hasta ahí, pero sí el olor a quemado y el miedo. “La vida en Gaza ya era imposible, con el cierre de las fronteras, sin comida, ni agua, ni alimento. Pero ahora empezó la guerra”, dijo con un español perfecto. Velasco tiene la ciudadanía española por su padre y hace meses que intenta contactarse con la embajada para que le permitan a ella y a su hermano de 2 años salir de la franja. “Nadie nos contesta y después de los ataques de hoy todo va a ser peor.”
Minutos después de los bombardeos, el centro de Gaza quedó envuelto en una gran nube grisácea. Decenas de cuerpos ensangrentados yacían en las calles, cubiertos por escombros y vidrios. Desde adentro de los edificios derrumbados se escuchaban los gritos de los que habían quedado sepultados. La mayoría de los edificios atacados pertenecía a la policía y los servicios de Inteligencia. Según informó el gobierno de Hamas, en los bombardeos murieron el jefe de la Policía en Gaza, Taufiq Yaber; el jefe de la seguridad, Ismail El Yabary, y el gobernador del distrito de Gaza Central, Abu Ashoun.
Las escenas de devastación y desesperación no eran nuevas para los palestinos, pero esta vez se sumaba que no había bomberos ni paramédicos. En la ciudad hace meses que las ambulancias no funcionan. Como consecuencia del bloqueo impuesto por Israel, no tienen combustible y el poco que entra clandestinamente desde Egipto lo guardan para necesidades básicas, como mantener los hospitales con luz y algo de calefacción.
Los militantes de Hamas, en traje de fajina, y otros de civil llevaban a sus compañeros a los hospitales en brazos o en los pocos autos que aún circulan por la ciudad. En la entrada de la sala de emergencia, el caos era total ayer por la tarde. A los empujones, y a veces a las piñas, lograban entrar. Adentro hacía horas que no quedaban camillas. Amigos y familiares hacían las veces de enfermeros, sosteniendo los paquetes de suero. Los médicos corrían de una punta a la otra con gasas y alcohol para ofrecer a los heridos, mientras esperaban a ser atendidos.
El argumento de Israel –y Estados Unidos– para atacar es que Hamas, la organización radical palestina que controla la Franja de Gaza desde mitad de 2007, nunca respetó la tregua firmada hace seis meses porque permitió el constante lanzamiento de cohetes hacia territorio israelí. En los últimos 12 meses, dos israelíes murieron por causa de estos cohetes, caseros y de corta distancia. “Israel ha hecho todo lo que estaba en su mano para mantener el alto el fuego con Hamas, pero nuestro deseo de calma ha sido respondido con terrorismo”, aseguró ayer por la tarde el primer ministro israelí Ehud Olmert.
En una conferencia de prensa, el mandatario les pidió a sus connacionales que se armen de paciencia porque la ofensiva militar recién empieza. “Seguirá hasta que centenares de miles de israelíes dejen de estar amenazados por los cohetes”, aseguró el premier. Su ministro de Defensa y líder del Partido Laborista, Ehud Barak, se sumó al tono amenazante reinante en Tel Aviv y descartó una nueva tregua. “Hay un momento para treguas y un momento para el combate... y ahora es el momento del combate”, señaló.
Del lado palestino, Hamas ya advirtió que no retrocederá ni un paso. “Decimos con toda confianza que aunque nos aten a la horca, derramen nuestra sangre en las calles o descuarticen nuestros cuerpos, sólo nos inclinaremos ante Dios y no renunciaremos a Palestina”, prometió el primer ministro palestino, Ismail Haniyeh, en un discurso televisado.
En Cisjordania, bastión de la otra facción palestina, Al Fatah, el gobierno de Mahmud Abbas aprovechó para llamar a la unidad frente a la agresión israelí. “Más allá de nuestras divergencias políticas, ahora debemos estar juntos para parar la ofensiva de Israel”, instó el vicecanciller palestino. Sin embargo, el funcionario reconoció que el diálogo con Hamas sigue suspendido. La única opción que les queda para restablecer la tregua, sostuvo, es apelar a la presión internacional sobre Israel y también Hamas.
Halima Velasco, la joven palestina de 23 años que vivió toda su vida en la Franja de Gaza, no logra armarse de esperanza. “No veo cómo esto puede terminar bien. Hamas no es un grupo que se da por vencido o se deja presionar”, dijo. Su único proyecto para el futuro es irse.
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