Viernes, 23 de enero de 2009 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Robert Fisk *
Quizá hubiese sido útil que Obama hablara de lo que todo el mundo está hablando en Medio Oriente. Parece que faltó coraje. No, no se trata del retiro de las tropas de Irak, eso ya se sabe. Por supuesto que mencionó a “civiles masacrados”, pero esto no era precisamente lo que los árabes tenían en mente. Lo que había que hacer era llamar a las cosas por su nombre y, sin más, referirse al conflicto de Gaza.
Claro que, para ser honestos, llamó a Mahmud Abbas. Tal vez Obama piense que él es líder de los palestinos, pero como todo árabe sabe, a excepción quizás del Sr. Abbas, este hombre lo único que lidera es un gobierno fantasma, asimilable a un cuerpo que agoniza y que sólo se mantiene con vida gracias a las transfusiones de sangre que le brinda la “comunidad internacional”. Además, por supuesto, Obama hizo la llamada obligada a los israelíes.
Pero para los pueblos de Medio Oriente, si hubo algo que ensombreció el discurso inaugural del nuevo presidente norteamericano fue justamente la ausencia en su discurso de las palabras “Gaza” e “Israel”. ¿Acaso no le importó? ¿Tuvo miedo? ¿Es que el muchacho que le escribe los discursos a Obama no se dio cuenta de que el hecho de hacer hablar a su jefe de por qué a los negros no les servían un plato de comida en ciertos restaurantes hace 60 años en Estados Unidos iba a hacer pensar a los árabes en un pueblo actualmente discriminado y masacrado sólo por votar a la “gente equivocada”? Demasiados cuerpos muertos yacen en Gaza como para que la cuestión no haya estado presente en ese discurso. Imposible no verlos.
Por eso, por más distancia que el nuevo presidente haya tratado de poner en su discurso con el régimen corrupto al cual reemplazó, demasiados ecos sonaron en el ambiente, como si los atentados del 11 de septiembre hubiesen ocurrido ayer. En consecuencia, tuvimos que recordar, por ejemplo, cómo “heroicos bomberos lucharon contra las cortinas de humo que bajaban por las escaleras”.
Si bien es cierto que para los árabes frases del tipo “nuestra nación está en guerra con una red de violencia y odio de alcance mundial” remite puramente a Bush, el hecho de que Obama haya hecho referencia al “terror”, esa palabra tan usada por Bush y los israelíes, fue un signo preocupante de que todavía no captó el mensaje. De ahí que, por ejemplo, lo hayamos visto hablando de cómo, a pesar de la fuerza de los talibán y las masacres que cometen, “no nos vencerán”. ¿Les suena? En cuanto a sus menciones de “aquellos corruptos que pretenden acallar la disidencia”, frase que supuestamente aludía a Irán, lo cierto es que en el imaginario árabe esas características seguramente remitan a líderes como Hosni Mubarak en Egipto (quien por cierto también recibió una llamada de Obama), el rey Abdallah de Arabia Saudita y toda esa clase de autócratas que se la pasan cortando cabezas pero que son, claro, los aliados de Estados Unidos en la región.
Hanan Ashrawi lo entendió bien. Los cambios que hacen falta en Medio Oriente, es decir, justicia para los palestinos, seguridad para éstos y para los israelíes, el fin de la construcción de los asentamientos para judíos en Cisjordania, el fin de toda violencia, tienen que ser inmediatos. Y, si acaso el tibio nombramiento de George Mitchell como enviado para la región estaba destinado a satisfacer estas demandas, por ahora no alcanza. Ni de cerca.
El mensaje amigable destinado a los musulmanes que evocó la necesidad de encontrar un nuevo enfoque para relacionarse basado en los intereses y el respeto mutuos, simplemente no ilustra ni remite bajo ningún concepto a las imágenes del baño de sangre que tuvo lugar en Gaza durante las últimas semanas. Sí, los países árabes y muchos otros alrededor del mundo pueden regocijarse de que la era Bush haya terminado y Guantánamo se vaya a cerrar. Pero, ¿serán juzgados los torturadores de Bush y de Rumsfeld? ¿O serán discretamente cambiados de lugar de trabajo hacia alguno donde no tengan que calzarse el instrumental de tortura y escuchar a la gente gritar de dolor?
Bueno, después de todo, hay que darle una oportunidad a la nueva administración. Quizá Mitchell hable con Hamas, él es nuevo y puede hacerlo, ¿pero qué tendrán para decir los ya probados fracasos como Denis Ross, Rahm Emmanuel, Robert Gates o Hillary Clinton? Todo el mundo notó la ausencia de esas dos palabras, Palestina e Israel. Parece que eran dos papas demasiado calientes para agarrar en un día tan helado en Washington, en el que Obama ni siquiera estaba usando guantes.
* De The Independent. Especial para Página/12.
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