Mientras los afganos esperan los resultados de la elección presidencial, los talibán siguen demostrando su fuerza en el interior del país. Ayer un miliciano se inmoló frente a una mezquita, en donde funcionarios nacionales y locales discutían las políticas de seguridad, y lograron su misión. Una de las 24 víctimas que dejó el atentado fue el número dos de los servicios secretos afganos, Abdulá Laghmani. Pero no todas fueron malas noticias ayer para el presidente Hamid Karzai. La Comisión Electoral difundió nuevos resultados parciales. Con el 60 por ciento de los votos escrutados, el mandatario ganaría con el 47 por ciento, pero tendría que ir a ballottage. Su rival, Abdulá Abdulá, sigue atrás con el 32 por ciento. Según fuentes del gobierno local, la reunión se había realizado en una mezquita para desalentar un ataque de los islamistas. El lugar elegido fue la mezquita de Mihtarlam, en la provincia de Laghman, en el este afgano. Los funcionarios debían discutir las estrategias de la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad. Las medidas de seguridad dentro de la mezquita eran excesivas, por eso el hombre cargado con un cinturón de explosivos no intentó entrar, sino que se acercó sigilosamente hacia el frente del edificio a la espera de la salida de los funcionarios.

El vocero del gobierno local informó que también murieron el presidente del Congreso provincial, el director general de la Gobernación provincial y el representante local de los Asuntos Religiosos. Uno de los enviados especiales de la ONU a Afganistán, Peter Galbraith, alertó ayer que los islamistas atacaron una mezquita en medio del mes sagrado de Ramadán.