Viernes, 5 de febrero de 2010 | Hoy
EL MUNDO › LA BOLSA MADRILEÑA SE DERRUMBO LUEGO DE QUE PRONOSTICARAN UN PEOR ESCENARIO QUE EL DE GRECIA
En medio de las reacciones negativas del mercado, el opositor PP amenazó con impulsar una moción de censura contra el jefe de Estado para llamar a elecciones anticipadas. El gobierno anunció una reforma de las jubilaciones.
Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
La economía española entró en una peligrosa pendiente ayer, con la caída del 6 por ciento de la Bolsa de valores de Madrid, luego de que desde la Comisión Europea el comisario económico Joaquín Almunia advirtiera que el país se encuentra en una situación tanto o más seria que la de Grecia. Y el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, afirmó que la crisis económica es “muy fuerte en España, especialmente por la situación del mercado inmobiliario”. Esas declaraciones sumadas a la visión pesimista que dieron los principales gurúes del Foro de Davos sobre la marcha de la economía peninsular provocaron una huida de los inversores de la plaza madrileña. Para completar el panorama, ya de por sí oscuro para el gobierno socialista, el Partido Popular adelantó que buscará apoyos para plantear una moción de censura en el parlamento contra el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero con el objetivo de provocar elecciones anticipadas.
La noticia, que se conoció al mismo tiempo que se derrumbaba el mercado de valores madrileño, la hizo oficial ayer la número dos del PP, María Dolores de Cospedal, un día después de que la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que pertenece al ala más dura de la formación conservadora, pidiera por su cuenta el adelanto electoral. El pedido sentó muy mal entre los socialistas, ya que coincidió con la visita de Rodríguez Zapatero a Barack Obama. Era la primera vez que el presidente español entraba en la Casa Blanca luego de la agria disputa que mantuvo con el antecesor de Obama, George W. Bush, al sacar las tropas españolas de Irak pocos días después de asumir el poder, en abril de 2004.
Durante toda la semana anterior los socialistas tuvieron que hacer frente a un sinnúmero de malas noticias económicas que ayer tuvieron su corolario con el espectacular desplome de la Bolsa de Valores de Madrid, que cayó cerca del 6 por ciento, muy por encima de la media de las otras Bolsas europeas. La semana negra de Zapatero había comenzado en el Foro de Davos, cuando los gurúes de la economía compararon la situación económica de España con la desastrosa crisis que sacude a Grecia y anticiparon que de seguir así el país podría correr el riesgo de salir de la zona euro o verse obligado a tomar drásticas medidas de recorte del gasto público, con la subsiguiente carga de aumento del desempleo que ello implica, en un país donde los sin trabajo son ya más de cuatro millones, cerca del 20 por ciento de la población activa. Por si fuera poco, el FMI sugirió un recorte drástico de salarios, como si eso fuera posible en un país donde abundan los llamados “mileuristas”, empleados que sobreviven a duras penas con mil euros al mes.
El gobierno socialista respondió mal y a lo ponchazos ante la envergadura de los ataques. Primero anunció una reforma de las jubilaciones destinada a alargar la edad límite hasta los 67 años –la actual es de 65–, una noticia que cayó muy mal entre los sindicatos, su principal base de apoyo, y que recibió tibios elogios del PP. Luego envió, a través de su ministra de Economía, Elena Salgado, un memorándum de Bruselas destinado a explicar a la Comisión Europea el modo en que el país piensa abandonar el desorbitado déficit público que el pasado año llegó al record del 11.4 por ciento del PIB, muy por encima del 3 por ciento que exige Europa a los países que tienen al euro como moneda. En ese documento Salgado explicaba que pretendía pasar de 15 a 25 años el mínimo de aportes para establecer el monto de la jubilación, lo que en la práctica significaba una reducción del monto de las pensiones en el futuro. Ante la magnitud de la reacción que se despertó al conocer la medida, el gobierno ratificó en menos de 24 horas explicando que había sido un error introducir ese párrafo en el memorándum.
A lo largo de la “semana negra” los socialistas demostraron también que habían dejado en el olvido su receta keynesiana para salir de la crisis y anunciaron un brutal recorte del gasto público en áreas sensibles como la de las infraestructuras, uno de los puntales del programa de gobierno de Rodríguez Zapatero. Y mientras el gobierno daba tumbos y se derrumbaba en las encuestas –la intención de voto del PSOE pasó del 44 al 36 por ciento desde que comenzó la crisis económica–, los conservadores se olvidan de la estrategia establecida por su líder Mariano Rajoy, que había anunciado que no iba a promover una moción de censura en el Parlamento, una medida que permite la Constitución pero que jamás ha sido puesta en práctica y se encolumnaba con el ala dura del partido, después que de Esperanza Aguirre rompiera con esa estrategia pidiendo un adelanto electoral.
Ahora el PP debería abocarse a conseguir los votos necesarios para tumbar el gobierno, algo que sólo podrá hacer con el apoyo de los partidos nacionalistas vascos y catalanes, PNV y Convergencia i Unió, ambos con muchas deudas pendientes para cobrarle al PSOE, que durante estos años los desplazó del gobierno regional en Barcelona y Bilbao y arrastrar, cosa improbable, a las agrupaciones de izquierda con débil pero decisiva fuerza parlamentaria, detrás de la moción.
El gobierno socialista, mientras tanto, trata de poner un poco de orden en el caos que se ha generado incluso desde sus propias filas, luego de que el propio comisario europeo del área económica, el socialista español Joaquín Almunia, comparara a España con la caótica situación de Grecia y de que el presidente del gobierno regional de Castilla La Mancha, el también socialista José María Barreda, pidiera cambios en el gabinete contra la opinión del partido, provocando el hazmerreír de la oposición. Rodríguez Zapatero comienza a ser visto por la población como un mal líder para dirigir el país en tiempos de crisis, aunque el Partido Popular tampoco logra capitalizar todo el descontento popular con el gobierno, ya que la intención de voto de Mariano Rajoy también se ha derrumbado durante los últimos días, pasando del 42,2 al 40 por ciento, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, la encuesta más fiable, que se realiza en el país trimestralmente.
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