Domingo, 4 de abril de 2010 | Hoy
EL MUNDO › TORTURAN Y MATAN A VEINTICINCO MIEMBROS DE UNA MILICIA QUE COMBATIA JUNTO A LOS INVASORES
Las víctimas, veinte hombres y cinco mujeres, eran parte del grupo conocido localmente como las Sahwa y en el mundo como los Hijos de Irak, la milicia sunnita que combatió junto a los soldados norteamericanos contra Al Qaida.
Un grupo de hombres uniformados llegaron a un pueblo al sur de Bagdad ayer a la madrugada con una lista con 25 nombres. Fueron casa por casa buscando a cada uno. Cuando los encontraban les ataron las manos, les quebraron los brazos y las piernas, y los ejecutaron con un tiro en el pecho y otro en la cabeza. Usaron silenciadores, como hacen los profesionales. Los atacantes no dieron explicaciones, contaron los vecinos de Hur Rajab, pero tampoco eran necesarias. Todas las víctimas, veinte hombres y cinco mujeres, eran parte del grupo conocido localmente como las Sahwa y en el mundo como los Hijos de Irak, la milicia sunnita que combatió junto a los soldados norteamericanos contra Al Qaida durante los últimos cuatro años.
“Parece que esos criminales de Al Qaida están empezando a actuar otra vez”, advirtió ayer, después de las redadas y la matanza, uno de los líderes de las Sahwa, Mustafa Kamal Shibeeb. Hasta hace cuatro años esa región, de mayoría sunnita, estaba dominada por los grupos extremistas de esa religión, entre ellos la red internacional Al Qaida. El gobierno de George Bush hijo perdía la guerra allí y en el resto del país, y los atentados y los muertos se contaban por decenas todos los días. Por eso, el Pentágono decidió probar con una estrategia que ya le había funcionado en otros conflictos. Reunió tribus y personas afines o ávidas de un sueldo de 300 dólares y armó y entrenó una milicia, mayoritariamente de combatientes sunnitas, la misma rama del Islam que profesa la red terrorista internacional Al Qaida.
Nacieron en septiembre de 2006 en la provincia de Anbar, en el oeste, y para 2008 ya se habían extendido a casi todo el país. Cuando el ejército norteamericano le pasó el mando a sus pares iraquíes, el año pasado, tenían unos 94 mil combatientes en la nómina de pagos de los Hijos de Irak. Ahora el gobierno en Bagdad quiere que se desmovilicen y se integren a las fuerzas oficiales, dominadas por los chiítas, pero ellos se niegan. Siguen armados y, muchos aún visten uniformes camuflados.
Después de varios meses de negociaciones infructuosas, el gobierno nacional iraquí decidió romper con los Hijos de Irak y la mayoría de sus líderes se encuentran hoy prófugos. La respuesta de la milicia fue amenazar a Bagdad con una nueva guerra tribal.
Según relataron los vecinos de Hur Rajab, los hombres armados llegaron durante la madrugada en camionetas oficiales de la Policía Federal y vestían el uniforme de la misma fuerza. Las autoridades policiales que dirigen la investigación informaron, en cambio, que tenían uniformes militares y conducían vehículos similares a los que utiliza el ejército iraquí.
Ningún grupo insurgente se adjudicó aún el ataque. Para los vecinos y los familiares de las víctimas la matanza fue un calculado acto de venganza. Acusan a los grupos sunnitas radicales, por ejemplo, Al Qaida, pero también sospechan de las fuerzas de seguridad oficiales, que se niegan a aceptar la existencia de un grupo armado irregular, como los Hijos de Irak. La otra teoría es la de los dirigentes del mayor partido político sunnita, el Partido Islámico Iraquí. Para ellos fue una agresión interreligiosa, orquestada desde el exterior, principalmente Irán. Ayer la cadena norteamericana CNN abonaba esta segunda teoría y recordaba que en Irak cualquiera puede comprar un uniforme policial o militar en la calle por sólo 15 dólares.
Pero las redadas y ejecuciones de ayer no fueron las primeras que sufren los Hijos de Irak, la milicia sunnita pro norteamericana. En septiembre de 2007, diez días después de reunirse personalmente con el entonces presidente estadounidense, George Bush, el fundador de la milicia, el Sheik Abu Risha, fue asesinado en la provincia de Anbar. En abril de 2008, un atacante suicida se inmoló en medio del funeral de dos combatientes de ese grupo sunnita, cerca de Kirkuk, en el norte del país. Más de 60 personas murieron.
A lo largo del año pasado miembros de la milicia sufrieron ataques, esporádicos, por todo el país. A mediados de noviembre la violencia en Irak volvió a ganarse un lugar en los diarios del mundo cuando 13 milicianos pro norteamericanos fueron salvajemente asesinados en la región de Abu Ghraib, donde se encuentra la infame cárcel donde soldados estadounidenses torturaron y humillaron a presos iraquíes durante los primeros años de la guerra.
Como ningún grupo se adjudica esos atentados contra los milicianos y no existen amenazas públicas, el gobierno iraquí se niega a hablar de un resurgimiento de la violencia política y religiosa. Estados Unidos, el antiguo aliado de la milicia sunnita, hace lo mismo. Después de todo, el gobierno de Barack Obama retiró el grueso de las tropas norteamericanas en mayo del año pasado, bajo el supuesto de que el país árabe había sido pacificado, en parte gracias a la alianza que el Pentágono hizo con algunos sectores de la población iraquí, como los Hijos de Irak.
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