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El vicepresidente Dick Cheney es la última víctima del amplio agujero negro Enron; su desafiante negativa a revelar los nombres de las personas con quienes se reunió mientras planeaba la política energética del gobierno, mantiene a la Oficina General de Cuentas (GAO) en un ánimo delitigio. ¿Cheney está cometiendo un error público al retener información? Hacerla pública es casi siempre la mejor opción en estos casos, sostiene Philip Melanson, profesor de Leyes de la Universidad de Massachusetts. Y agrega: “La historia muestra que el público no acepta encubrimientos en medio de un escándalo doméstico. Lo que la Casa Blanca debería haber hecho –y aún está a tiempo– es decir: “creemos en la reserva del gobierno pero este caso ha cambiado las cosas y vamos a dar la información”.
(Jessica Reaves)

The New York Times
El presidente Bush piensa que su asombrosa gestión sobre la guerra podrá hacer olvidar historias como la de Enron, por eso eligió no mencionar el mundo de Enron durante su discurso del Estado de la Unión. Pero el país ahora se figura lo que sucede, y cuanto más se esfuerza Dick Cheney por defender su política de energía, más arrogante y poco inteligente suena. Nada menos que una autoridad como John Dean para declarar sobre la defensiva de Cheney “desde que Richard Nixon tensara al Congreso durante el Watergate, la Casa Blanca había desafiado tan abierta y arrogantemente a la autoridad investigadora del Congreso”. Por eso el vice se refirió al principio de la confidencialidad. Cheney ha violado tal principio sacrosanto sobre sus propios encuentros que le vinieron bien a sus asuntos políticos. Ejemplo, un encuentro que sucedió el día anterior a que el plan de energía fuera enviado al presidente Bush.
(Frank Rich)

The Independent
El ex ministro conservador del gabinete y actual presidente de la Comisión de Denuncias de la Prensa va a tener que enfrentarse al momento en que se presente ante los investigadores del Congreso norteamericano para dar evidencias sobre el colapso de Enron. Después de todo, Lord Wakeham fue un director no ejecutivo para Enron, que se sentó a la mesa del complaciente comité de la firma. Con esas obligaciones embolsó una suma de 80 mil dólares por año.
(Editorial)