Viernes, 22 de octubre de 2010 | Hoy
EL MUNDO › EL PRESIDENTE FRANCES PROMETIO MANO DURA Y UNA REFORMA APROBADA
El Ejecutivo recurrió a una argucia constitucional para apurar la adopción de la reforma de las jubilaciones. Los sindicatos seguirán con las medidas de fuerza.
Por Eduardo Febbro
Desde París
Presionado por el calendario, las manifestaciones, la falta de combustible y una guerrilla de enmiendas presentada por el bloque de izquierda en el Senado, el Ejecutivo francés recurrió a una argucia constitucional para apurar la adopción de la reforma de las jubilaciones. Al mismo tiempo, sustentados por la respuesta masiva de la sociedad al movimiento de protesta contra Nicolas Sarkozy, los ocho sindicatos franceses, en vez de marcar una pausa o dividirse mantuvieron vivo el bloque y convocaron a dos nuevas movilizaciones, una con huelga, prevista para el 28 de octubre, y otra sólo con manifestaciones, agendada el 6 de noviembre.
La batalla continúa entonces a pesar de que el gobierno decidió recurrir a un artículo de la Constitución, el 44, mediante el cual la adopción de un texto se realiza con un voto único, lo que excluye el examen completo de las numerosas enmiendas presentadas por la oposición. Ello permite prever que, a más tardar mañana, la reforma será adoptada. La metodología gubernamental fue denunciada con encono por los senadores de la izquierda y por la primera secretaria del Partido Socialista, Martine Aubry. Imperturbable ante las críticas y la densa marea social que se va gestando, el presidente francés prometió ayer mano dura contra los responsables de los disturbios y aclaró que los violentos no tendrán la última palabra.
El jefe del Estado también evocó la controvertida reforma que eleva la edad de la jubilación a los 62 años, contra los 60 actuales, y de 65 a 67 la edad necesaria para cobrar una jubilación entera. Sarkozy explicó que no procedía “por motivos ideológicos, lo hago porque es mi deber”. El presidente se dirigió –¡al fin!– a los jóvenes y dijo: “Lo que se les está diciendo a estos estudiantes es que la reforma se hace por ellos”. Según el mandatario, con la reforma de la jubilación “los jóvenes no tendrán que pagar dos veces, una por ellos, otra por sus padres”. La juventud estuvo de nuevo en las calles, cantando consignas hostiles a un presidente cuyo desprestigio entre los jóvenes podía medirse en la insolencia de los cánticos y en los carteles a lo largo de las numerosas manifestaciones que volvieron a agitar las calles del país. La última edición del semanario Les Inrockuptibles –hecho para la juventud– testimonia el abismo que hay entre el mandatario y las nuevas generaciones. Con la foto de un policía vestido de negro y con una pistola flash ball en la mano, la tapa del semanario dice: “El presidente anti jóvenes”.
En vísperas de las vacaciones, Francia seguía buscando una gota de combustible entre las más de 2500 estaciones de servicio cerradas –hay 12.500 en total–. La nueva convocatoria lanzada por los sindicatos sorprendió a muchos analistas, tanto como el mantenimiento de la unidad sindical entre las ocho organizaciones. El Ejecutivo no tendrá el respiro con el que contaba. A pesar de la inminente aprobación de la reforma y de la llegada de las vacaciones escolares, los sindicatos están seguros de que una parte considerable de la sociedad está sensibilizada y que la lucha contra la reforma seguirá incitando a la gente a salir a la calle.
En una moción común adoptada por los ocho sindicatos, éstos explican que “fortalecidos por el apoyo de los asalariados, de los jóvenes y de una mayoría de la población, y frente a una actitud intransigente del gobierno y del jefe de Estado, las organizaciones sindicales deciden continuar y ampliar la movilización”. Ello significa en lo concreto que la distensión del clima social por la que apostó el gobierno una vez que se apruebe la ley no se plasmará en lo inmediato. La postura de los sindicatos es también una forma de posicionarse y mostrar su fuerza de cara a las futuras negociaciones con el próximo gabinete. Se espera que Nicolas Sarkozy cambie de primer ministro y reemplace a buena parte de su equipo actual con un matiz más de centro. El presidente espera con ello armar su navío de campaña que lo llevará a la reelección en 2012. No obstante, el desgaste y el descrédito que le acarreó la batalla por la reforma trastornó las reglas de un juego que parecía responder al pie de la letra a las intenciones del presidente. De pronto, la realidad se hizo más inescrutable, los movimientos de la calle más incontrolables y las fulgurancias rebeldes de la juventud mucho más complejas de domesticar. En la batalla táctica e ideológica entre los sindicatos, la izquierda socialista y el gobierno los opositores a la reforma cometieron menos errores que el Ejecutivo y rompieron la hegemonía del discurso oficial.
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