Estados Unidos está preocupado por las revueltas y la represión en el mundo árabe. Así lo hizo saber el propio presidente Barack Obama, que llamó a las autoridades de Bahrein, Libia y Yemen a no utilizar la fuerza contra los ciudadanos que piden pacíficamente reformas políticas en esos países. A través de un comunicado, el mandatario estadounidense expresó su consternación por la ola de violencia que sacude Trípoli, Manama y Sanaa. “Estados Unidos condena el uso de la violencia por parte de los gobiernos contra manifestantes pacíficos en esos países y donde sea que ocurren”, leyó el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, a bordo del Air Force One. “Los pueblos poseen, donde quiera que sea, ciertos derechos universales, como el de la libertad de reunión. Estados Unidos urge a los gobiernos de Bahrein, Libia y Yemen a demostrar moderación al responder a las manifestaciones pacíficas y a respetar los derechos de sus pueblos”, agregó. La Casa Blanca también envió su pésame por los asesinados durante las jornadas de protesta. “Expresamos nuestras condolencias a las familias y amigos de aquellos que fueron muertos durante las manifestaciones”, agregó el gobernante norteamericano en su comunicación.

Washington está especialmente alarmado por Bahrein, su aliado en el Golfo Pérsico y base de la Quinta Flota norteamericana. Anteayer, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el secretario de Defensa, Robert Gates, estuvieron en comunicación con las autoridades bahreiníes para evitar que siga escalando la tensión. Días atrás, la prensa norteamericana informó que Obama había ordenado en agosto del año pasado a sus consejeros que realizaran un informe secreto sobre el tumultuoso mundo árabe. Ese informe arrojó que, si no había cambios, esos países eran tierra fértil para las revueltas populares, lo que se comprueba con esta seguidilla de levantamientos.