Domingo, 24 de abril de 2011 | Hoy
EL MUNDO › EL REGIMEN DE ASSAD CAUSO LA MUERTE DE AL MENOS 14 PERSONAS
Dos diputados renunciaron ayer en protesta por la violencia oficial del viernes, cuando las fuerzas de seguridad aplastaron manifestaciones en todo el país y dejaron decenas de muertos. En los entierros la mano dura continuó.
Las fuerzas de seguridad mataron a decenas de manifestantes el viernes. Ayer, el régimen sirio continuó con la represión: al menos 14 personas murieron durante los funerales de esos manifestantes. La violencia oficial encuentra, sin embargo, una respuesta persistente de quienes protestan. Esa respuesta se vio ayer en las calles con nuevas manifestaciones, y además con la renuncia de dos legisladores independientes.
Los diputados Khalil Al Rifai y Naseer Al Hariri anunciaron sus dimisiones en directo con la cadena de noticias árabe Al Jazeera. “Renuncio al Parlamento”, dijo Rifai, diputado electo de la ciudad de Deraa (sur), cuna del levantamiento contra el régimen de Bashar Al Assad. El parlamentario justificó su decisión por su impotencia para “proteger a la gente” que lo eligió.
La tensión continuó en las calles y los funerales fueron el escenario en donde miden fuerzas los opositores y el gobierno. Unas decenas de miles asistieron coreando consignas democráticas y cargando los ataúdes mientras caminaban en distintas localidades del país. Testigos oculares dijeron que cinco personas murieron en Deraa (a 100 kilómetros de Damasco) a manos de la policía. “Las fuerzas de seguridad dispararon contra los habitantes que iban a Ezreh para asistir al funeral, así como delante del hospital de la ciudad”, dijo un militante.
En Duma (a 5 kilómetros al norte de la capital), otras cinco personas murieron por los disparos de francotiradores escondidos en edificios situados por donde pasaba el cortejo fúnebre que se dirigía a la mezquita del cementerio, dijeron un testigo y un activista pro derechos humanos.
Según otros activistas, al menos cuatro personas fallecieron por los disparos de las fuerzas de seguridad en el barrio de Barzeh, en Damasco.
La oposición siria consiguió en todo el país una movilización inédita el viernes, que se convirtió en una de las más sangrientas desde el inicio de las protestas el 15 de marzo, y exige la caída del presidente Assad, que está en el poder desde el 2000, sustituyendo a su padre Hafez Al Assad. Las fuerzas de seguridad abrieron fuego para dispersar las multitudes, después de que el régimen prohibiera cualquier manifestación sin su autorización. Al menos 82 personas fallecieron y centenares resultaron heridas, entre ellas niños y ancianos, según testigos y activistas. El Comité de Derechos Humanos sirio, con base en Londres, publicó una lista con 112 muertos por la represión de anteayer, algunos de los cuales no han podido ser identificados.
De Washington a Bruselas, pasando por la ONU y Moscú, se alzaron voces de indignación por la sangrienta represión y llamaron al régimen de Damasco a que haga reformas y cese la violencia. La jefa de la diplomacia europea Catherine Ashton condenó los actos de violencia “intolerables” en Siria y consideró “esencial” que Damasco inicie “reformas políticas profundas”. El Ministerio de Relaciones Exteriores ruso instó por su parte a su aliado a que acelere las reformas en el país y promueva el diálogo.
El presidente Assad ofreció algunas concesiones en días recientes para aplacar la protesta, como otorgarle la ciudadanía a los kurdos, liberar prisioneros y formar un nuevo gabinete. La última concesión fue el levantamiento de la ley de emergencia, que había sido una de las demandas principales de la oposición. Sin embargo, muchos afirman que esas medidas llegaron tarde.
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