EL MUNDO › HISTORIAS DE LAS MAFIAS ITALIANAS. EL PODER DE UNA ORGANIZACION FRAGMENTADA EN “FAMILIAS”

La Camorra, experta en apuestas truchas

Gracias a la complicidad de algunos jugadores y ex jugadores, la Camorra “torcía” la marcha de los partidos de fútbol de las series B y C y hasta A del campeonato italiano. En las últimas semanas cayeron algunos de sus capos.

 Por Elena Llorente

Desde Roma

La Camorra es tal vez la menos poderosa de las tres mafias importantes de Italia, pero constituye, junto a Cosa Nostra y la N’drangheta calabresa, el eje de la criminalidad organizada de Italia. Como sus “primas hermanas”, basa su poderío en el tráfico de droga, de armas y de muchas otras cosas, en las licitaciones maniobradas, en la prostitución, pero agrega a su haber algunas otras actividades que la hacen diferente.

Implicada al parecer en las apuestas clandestinas que, gracias a la complicidad de algunos jugadores y ex jugadores, “torcían” la marcha de los partidos de fútbol de las series B y C y hasta A del campeonato italiano, la Camorra o mafia napolitana ha estado en la primera plana de los diarios italianos en estos días también por el arresto de algunos de sus “capos”.

Sobre el fútbol todavía se sigue investigando, pero cada día se demuestra más algo que se temía: la influencia cada vez mayor de los jefes camorristas en los clubes. El boss Antonio Lo Russo, por ejemplo, ha sido repetidamente fotografiado presenciando los entrenamientos o los partidos del club Napoli al borde de la cancha, como si fuera uno del staff. Otros hechos hablan de jugadores de fama como Mario Balotelli, que hoy juega en el Manchester City, que se hace acompañar por camorristas para visitar un barrio peligrosísimo de Nápoles, Scampia, y se recuerda a Diego Maradona, cuando jugaba en el Napoli, fotografiado en distintas situaciones con camorristas de la época.

El joven “padrino” Carmine Amato, de 30 años, y el boss de apenas 27 años Daniele D’Agnese, ambos del clan Amato-Pagano y considerados entre los 30 más peligrosos forajidos, fueron arrestados cerca de Nápoles esta semana. Los dos estaban encerrados en una villa-bunker controlada por 10 telecámaras, porque temían una venganza de Pagano. Al salir del edificio de la jefatura de policía en dirección a la cárcel, un miembro presuntamente del mismo clan besó a D’Agnese en la boca y esto fue interpretado como un mensaje en código mafioso que significa: no hablar. La llamada “omertà”, en efecto, significa precisamente silencio, no denuncia, y a ella, por norma del clan o por temor, están obligados quienes entran en contacto con algún mafioso. Esta regla vale para todas las mafias de Italia.

Integrada por gente muy joven, caótica y fragmentada, cada “familia” camorrista tiene su propia organización. A diferencia de las otras mafias italianas, en efecto, la Camorra no tiene una autoridad central. La policía habla de cerca de 290 “familias” actualmente, repartidas en más de 200 ciudades. Nacida y crecida en la región Campania, a la que pertenece Nápoles, desde tiempos inmemoriales, la Camorra adquirió un rol importante cuando el reino de Nápoles, bajo dominación borbónica hasta 1861, pasó a integrar al reino de Italia gobernado por los Savoia, al que apoyaron activamente, ganándose el favor de los políticos de turno.

Pero su poder aumentó realmente después de la Segunda Guerra Mundial. Como las demás mafias italianas, la Camorra creció gracias a las licitaciones públicas maniobradas, el tráfico de droga, el lavado de dinero, la usura y la prostitución, sectores a los que agregó el tráfico de cigarrillos durante y después de la guerra y la inmigración clandestina, sobre todo africana, para el cultivo de los campos del sur de Italia.

En los últimos años han agregado a sus negocios el tráfico ilegal de basura. No se pueden olvidar las imágenes difundidas por todo el mundo de Nápoles invadida por la basura, un método camorrista de boicotear las decisiones de la junta regional –de centroizquierda– y del gobierno nacional. Y lo peor es que todavía muchos barrios siguen en las mismas condiciones...

La Camorra también ha añadido algunos acuerdos con las mafias chinas, gracias a los cuales los chinos fabrican marcas famosas falsas y los napolitanos ponen el precio final y ofrecen modos de evitar los controles y redes de distribución, entre otras de inmigrantes africanos que las venden en las calles de todo el país. Con la mafia nigeriana tiene acuerdos referidos al tráfico de droga y a la prostitución. Al parecer los camorristas permiten a los clanes africanos organizar la prostitución de nigerianas en territorio italiano a cambio de un porcentaje sobre las ganancias.

Según el instituto de investigaciones Eurispes, la Camorra tiene un volumen de negocio anual de unos 12.000 millones de euros, de los cuales poco más de 7000 son por tráfico de droga, 2580 por licitaciones, 2066 por tráfico de armas, 258 por prostitución y 362 por usura y extorsiones.

Lo que sucede en Nápoles siempre tiene que ver, de una u otra manera, con la Camorra. Para comprenderlo basta leer al escritor napolitano Roberto Saviano, a quien la Camorra se la tiene jurada y vive bajo eterna protección policial. Desde Gomorra. Viaje por el imperio económico y por el sueño de dominio de la Camorra hasta “Super Santos” –un cuento sobre “los pequeños Maradona en manos de la Camorra”, como tituló al presentarlo el diario italiano Il Corriere della Sera– dan una idea del poder de esta mafia en el tejido social de Nápoles, de la región Campania y más allá. En “Super Santos” Saviano cuenta que a los chicos de los barrios napolitanos, que siempre juegan al fútbol en la calle, los camorristas les regalan la pelota y les piden que cuando se acerca alguien sospechoso o de la policía griten “la pelota, la pelota” así ellos pueden escapar.

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Carmine Amato, uno de los capos más buscados de la Camorrra, cayó preso el 8 de junio.
Imagen: EFE
 
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