EL MUNDO › WASHINGTON PONE FIN A LA OCUPACION EN UNA CEREMONIA EN LA QUE PARTICIPO EL JEFE DEL PENTAGONO

Estados Unidos arrió su bandera en Irak

La invasión al país del golfo liderada por George W. Bush duró casi una década y dejó más de cien mil iraquíes muertos. A esto se sumó el alto costo económico para la potencia, calculado en 800.000 millones de dólares.

Estados Unidos finalizó ayer simbólicamente la misión militar en Irak arriando su bandera en presencia del secretario de Defensa norteamericano, Leon Panetta, tras casi nueve años marcados en los que se perdieron cientos de miles de vidas y se acumularon problemas irresueltos. Washington deja atrás un país con serios daños económicos, políticos y psicológicos. Sobre todo, termina una guerra impopular, cara y que causó más de 100.000 iraquíes muertos.

Iniciada en marzo de 2003 por el entonces presidente George W. Bush con el argumento –que acabó resultando falso– de que el gobierno de Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva y nexos con Al Qaida, la guerra se dará por concluida el 31 de diciembre, cuando se complete la salida de los últimos 4000 soldados y el cierre de dos bases. Ante la incapacidad de probar las acusaciones contra Hussein, Bush hijo reformuló su estrategia y empezó a vender la guerra como necesaria para “llevar la democracia” al Golfo Pérsico. Sin embargo, la guerra nunca fue bien vista por la mayoría de los estadounidenses. Tres de cada cuatro respaldan la retirada, según sondeos recientes. Además del alto costo económico para EE.UU., cifrado en cerca de 800.000 millones de dólares, en el conflicto murieron más de 100.000 iraquíes, muchos de ellos civiles.

“Irak será puesto a prueba en los días venideros por el terrorismo, por aquellos que quieren crear divisiones, por problemas económicos y sociales”, admitió Panetta. La ceremonia se realizó en la base militar Echo, cerca del aeropuerto de la capital iraquí, en un clima bien distinto de aquel en el que, el 1o de mayo de 2003, el entonces presidente Bush declaró el “fin” de las hostilidades tras la invasión y caída del régimen de Hussein. Panetta prometió que Washington no abandonará Irak, pues Estados Unidos seguirá siendo un “amigo y socio convencido”, en un acto en el que se notó la falta de participación de ministros de Irak. De hecho, por la parte iraquí, estuvo presente el jefe de Estado Mayor, Babaker Zebari. La guerra en Irak les costó a los estadounidenses al menos 4500 muertos y 30.000 heridos, un balance superior al de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

El convenio firmado entre las autoridades norteamericanas e iraquíes sobre la retirada establece que unos pocos cientos de militares y civiles del Pentágono seguirán trabajando asociados a la embajada en Bagdad más allá de fin de año, para entrenar y formar a las fuerzas armadas locales.

Si bien en Irak un sistema basado en elecciones libres sustituyó el régimen de Hussein, la intervención de Estados Unidos dejó muchos problemas irresueltos y resentimientos en algunas localidades como Faluya, ciudad símbolo de la resistencia a las tropas extranjeras y escenario de sangrientas batallas en 2004. Ahí, miles de personas expresaron ayer su alegría con la quema de banderas estadounidenses y con la exhibición de fotos de cadáveres de soldados de Washington.

La presencia estadounidense, asimismo, no logró impedir una guerra confesional entre sunnitas y chiítas que tuvo su peor momento entre 2006 y 2007. Aunque el país tenga divisiones internas, eso no quiere decir que vuelva a haber una nueva guerra civil. Todas las comunidades tienen el interés en común de querer beneficiarse de los ingresos petroleros.

También en algunos sectores de Irak la población aún está atrapada en la precariedad que implica la falta de electricidad y agua potable. En el ámbito de la seguridad, si bien el número de víctimas de violencia política y atentados disminuyó respecto de cuatro o cinco años atrás, en las calles de las ciudades iraquíes sigue muriendo gente. Sólo en el mes de noviembre, según datos gubernamentales, fueron 187 los asesinados entre los civiles, la policía y las fuerzas armadas, y 55 entre rebeldes.

En tanto, las fuerzas armadas parecen aún escasamente preparadas para defender las fronteras y el espacio aéreo del país, mientras la influencia del vecino Irán, amigo del nuevo gobierno, parece innegable.

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La ceremonia se realizó en la base militar Echo, cerca del aeropuerto de la capital iraquí.
Imagen: EFE
 
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