Domingo, 3 de junio de 2012 | Hoy
EL MUNDO › EL DICTADOR EGIPCIO FUE HALLADO CULPABLE DE LA MUERTE DE CIENTOS DE MANIFESTANTES DURANTE LA PRIMAVERA ARABE
La condena motivó protestas en varias ciudades del país en repudio de la absolución de seis altos funcionarios del régimen. La Corte desestimó los cargos de corrupción que pesaban contra los dos hijos del ex gobernante.
El ex presidente egipcio, Hosni Mubarak, fue sentenciado ayer a cadena perpetua por la muerte de 846 manifestantes durante las protestas de la Primavera Arabe. La condena motivó la movilización de opositores y provocó un empeoramiento en la salud del dictador de 84 años, quien fue trasladado en helicóptero a la clínica de la prisión de Tora.
Con un fuerte operativo de seguridad y con una transmisión en directo por la televisión del Estado, el juez Ahmed Refaat dio su veredicto sobre los hechos que llevaron a la caída en febrero de 2011 de quien gobernó con mano de hierro Egipto durante tres décadas. Según el magistrado, Mubarak tuvo la responsabilidad política por los disparos contra los manifestantes, aunque desestimó los cargos de corrupción. Junto con él fue condenado a prisión perpetua el ex ministro del Interior, Habib al Adli, juzgado en el mismo proceso que se inició el 3 de agosto de 2011.
Sin embargo, la Corte desestimó los cargos de corrupción que pesaban contra los dos hijos de Mubarak, Alaa y Gamal –aunque seguirán en prisión preventiva por otro proceso en el que se los acusa de abuso de información privilegiada– y declaró inocentes a seis ex jefes de seguridad por las muertes alegando que se limitaron a cumplir órdenes y que no están claras las pruebas contra ellos.
El juez inició la audiencia con un discurso en el que habló sobre los años de gobierno de Mubarak, un tradicional aliado de Estados Unidos, cuya gestión incluyó una lucha sin cuartel contra el integrismo islámico de grupos como la Jihad Islámica y la Jamaa Islamiya. Mubarak gobernó bajo un estado de emergencia permanente amparado en una ley que suspendía las garantías constitucionales de la población, legalizaba la censura, limitaba toda actividad no oficial y las demostraciones callejeras, como también la organización política opositora. Esa ley recién fue derogada el jueves pasado por la Junta Militar que gobierna desde su destitución. En su fallo, Refaat se refirió al período como una era oscura y a la llamada Revolución del 25 de enero –que duró 18 días y dejó una gran cantidad de manifestantes muertos y más de 6 mil heridos– como el amanecer de una nueva etapa.
El magistrado habló de un juicio justo mientras que los abogados de Mubarak denunciaron errores de procedimiento y la fiscalía pidió la pena de muerte para el ex mandatario. Tanto la acusación como la defensa manifestaron su intención de apelar la decisión del Tribunal. El anuncio de la sentencia fue seguido de gritos en la sala donde Mubarak, serio y escondido detrás de unos anteojos oscuros, lo recibió primero con tranquilidad, pero después sufrió una especie de ataque mientras era trasladado en helicóptero a la clínica de la prisión de Tora. Según informó el diario The Independent, un medio estatal reportó que fue un ataque al corazón. Los oficiales revelaron que después de la sentencia, el ex mandatario lloró y se resistía a dejar el helicóptero que lo trasladaba.
Los parientes de los manifestantes asesinados, quienes estaban reunidos en el tribunal de El Cairo a la espera del veredicto, respondieron con alegría al extenso encarcelamiento, pero sus celebraciones perdieron fuerza ante la noticia de las absoluciones. Además se produjeron escenas de tumulto y caos porque algunos opositores esperaban la pena de muerte. Una reacción similar se observó en la plaza Tahrir, en el centro de El Cairo, donde se produjeron enfrentamientos. La policía informó de choques entre los familiares de los manifestantes muertos y los seguidores de Mubarak, en los que hubo al menos 24 heridos.
Miles de opositores tomaron las calles de otras ciudades para protestar con slogans contra el Ejército que ha gobernado el país desde febrero y exigiendo su ejecución tras considerar que la condena fue “tibia”. En Alejandría (norte), entre cuatro mil y cinco mil personas se manifestaban y en Ismailiya, en el canal de Suez, había aproximadamente 1500.
La organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch señaló que la sentencia es un mensaje al futuro presidente del país, que ahora sabe que un día puede responder ante la Justicia por sus actos. Sin embargo, lamentó la decisión del tribunal en relación con los altos cargos del Ministero del Interior, que puede ser interpretada como una carta blanca para nuevas violaciones de derechos humanos.
En sintonía, la Hermandad Musulmana de Egipto condenó la absolución de los seis funcionarios. “Esta sentencia abre la pregunta: ¿Quién mató a los mártires si los líderes de la policía son declarados inocentes?”, dijo el grupo en un comunicado. Más radical se mostró su candidato, Mohammed Mursi, quien insistió con la pena de muerte para Mubarak. Mursi se enfrentará en la segunda vuelta de las elecciones con Ahmed Safiq, último primer ministro del régimen, quien se ha convertido en uno de los principales objetivos de la ira de los manifestantes. Mursi lo acusó de participar en las maniobras de ocultación de las pruebas que hubieran permitido condenar a los responsables del aparato de seguridad del dictador cuando era su primer ministro. Shafiq aseguró que si resulta electo en el ballottage del 16 y 17 de junio no revocará la sentencia contra Mubarak intentando desvincularse de las críticas que lo señalan como el sucesor de facto del derrocado régimen egipcio.
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