El ejército turco respondió ayer a un nuevo disparo de artillería procedente de Siria, que no causó víctimas. En tanto, los medios estatales del país árabe informaron ayer que grupos armados turcos intentaron ingresar en el pueblo sirio de Jirbet al Yoos.

Un día después de que el Parlamento turco haya dado el visto bueno a las operaciones militares en Siria, el primer ministro de ese país, Recep Tayyip Erdogan, reiteró ayer que su país no quiere una guerra con su vecino, pero aclaró que no dudaría en responder a toda acción amenazante para la seguridad nacional. También indicó que el régimen del presidente Bashar al Assad pagaría un “precio elevado” si se producía un nuevo incidente. Y así fue. Durante la jornada, volvió a impactar un cañonazo en territorio turco y el ejército respondió con un nuevo ataque de artillería a Siria. El disparo procedente del país árabe hizo impacto en la localidad fronteriza turca de Altinozu, en la provincia de Hatay. Según la agencia de noticias turca Anadolu, no hubo heridos del lado de Turquía. Los habitantes del pueblo hablaron de una fuerte explosión.

En tanto, la televisión siria aseguró que las tropas de su país frustraron un intento de infiltración por parte de grupos armados desde Turquía. “Las tropas sirias se enfrentaron y mataron a la mayoría de quienes pretendían infiltrarse, la mayoría extranjeros, incluyendo un ciudadano turco”, informó la emisora.

Dos días después del ataque con granadas contra un pueblo fronterizo de Turquía, Siria se negó a asumir la responsabilidad de lo sucedido. Tampoco fue publicado el resultado de la investigación anunciada por el gobierno sirio sobre los disparos de obús procedentes de su territorio que mataron el miércoles a una turca y a cuatro de sus hijos en el pueblo fronterizo de Akcakale, más al este. A pesar de que el gobierno sirio expresó sus condolencias poco después del ataque, el embajador en la ONU, Bashar al Yafari, subrayó que lo hacía por solidaridad con las familias de los fallecidos y no porque fuese una disculpa. Tras el bombardeo de Akcakale, condenado el jueves por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el gobierno turco anunció que en adelante respondería sistemáticamente a cualquier disparo sirio. Hecho que se concretó. En represalia al ataque en la localidad fronteriza, las tropas turcas bombardearon el miércoles y el jueves objetivos sirios. La reacción internacional había calmado un poco a Ankara. El gobierno turco dejó entrever que buscaba interpretar como una disculpa los intentos de explicar lo sucedido por el régimen sirio en contactos con Rusia y Naciones Unidas. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenó “en los más duros términos” el ataque transfronterizo sirio que causó cinco muertes, y responsabilizó a las tropas de Al Assad. El gobierno turco, por su parte, no está conforme con las explicaciones de su vecino y no termina de creer que las granadas que cayeron sobre el pueblo turco de Akcakale hayan sido un error técnico del país árabe. En total, hubo ya siete ataques contra territorio turco en el último tiempo.

Analistas turcos cercanos al gobierno interpretaban ayer que la aprobación parlamentaria de los ataques militares en Siria es más bien una maniobra disuasoria para ponerle un freno al gobernante sirio. Mientras que políticos del opositor Partido Republicano del Pueblo y del Partido kurdo de la Paz y la Democracia (BDP) advirtieron, en cambio, que Erdogan podría estar colocando los cimientos para una guerra con Siria. De esto ya había advertido hace poco el enviado especial de la ONU para el país árabe, Lakhdar Brahimi.

En medio de la repercusión internacional que tuvo la escalada de violencia entre países vecinos, Rusia llamó ayer al gobierno turco a la contención. “Esperamos que Turquía no aumente la tensión en la región con pasos unilaterales”, dijo un portavoz del Ministerio del Exterior en Moscú.