El primer día de veda electoral en Venezuela permitió que ganen espacios los avisos y la convocatoria a votar. Varios sectores buscan que la abstención sea lo más baja posible.

Después del cierre de campaña del jueves, quedaban ayer pasacalles a medio caer, volantes tapizando calles y veredas, paredes pintadas y pequeñas carpas vacías, que antes sirvieron para repartir folletería y merchandising de los candidatos. El presidente venezolano Hugo Chávez y su principal adversario, Henrique Capriles Radonski, tuvieron ayer su primera jornada de descanso desde el 1º de julio, cuando empezó la campaña, y dedicaron parte del día a recibir los últimos informes de perspectivas en el interior, a ajustar el operativo de fiscalización de los comicios y a pulir detalles de la movilización para mañana. De cara a los comicios presidenciales, la rutina pareció recuperarse. La televisión y la radio, y hasta el sistema de audio del subte, repitieron avisos institucionales del Consejo Nacional Electoral (CNE) –sobre todo un jingle muy pegadizo, “El domingo vamo’a votar”– o de los mismos canales y emisoras con un llamado al voto.

Otro tanto hicieron algunas organizaciones no gubernamentales que ocuparon esquinas y avenidas céntricas con ocurrentes movidas para instar a los ciudadanos, sobre todo a los jóvenes, a ir mañana a los centros electorales. El foco puesto en los jóvenes tiene razón de ser: son poco menos del 40 por ciento del padrón y es el sector usualmente más renuente a votar. Que son un polo de atracción también lo mostró que el presidente Hugo Chávez y el opositor, Capriles Radonski, pusieron a los más chicos en el centro de sus últimos discursos de campaña.

Donde el trabajo fue más intenso aún fue en la sede del CNE, que terminó la instalación de las máquinas en los 13.801 centros de votación, abrió el que será el centro de prensa donde se leerá el primer boletín con información del escrutinio y acompañó a los observadores internacionales en algunas recorridas. Parte de esa tarea fue destacada luego por el jefe de la misión de acompañamiento electoral de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Carlos “Chacho” Alvarez. El representante del organismo, al frente de 42 delegados de 11 países de la Unasur, ratificó la absoluta confiabilidad del sistema electoral, y hasta destacó que Venezuela puede ser referencia en materia electoral para la región. “No existe ninguna posibilidad de fraude”, aseguró Alvarez.

Pese a la veda, algunos dirigentes de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) mantuvieron un encuentro con la prensa con el argumento de hacer un balance de los casi 100 días de tarea proselitista, y aprovecharon ese contacto para denunciar la “desproporción de la campaña”. El jefe de campaña de Capriles Radonski, Armando Briquet, afirmó que el presidente Chávez “tuvo desde el 1º de julio 47,2 horas en cadenas, casi dos días enteros” y se quejó de que “tampoco hubo regulación en el gasto público en la campaña”. Briquet dijo que la MUD presentó 110 denuncias sobre ventajismo en 90 días de campaña y el CNE no sustanció ni una. El oficialismo, en tanto, pareció ocupado en aceitar su poderoso aparato de movilización y ni siquiera salió a responder las denuncias, las únicas que alteraron el primer día de veda.

Sin grandes maquinarias, recursos ni posibilidades reales para alzarse con la victoria, el resto de los candidatos sueña con disputarle los comicios al presidente Hugo Chávez y al opositor Henrique Capriles.

María Josefina Bolívar, abogada y dueña de una panadería, busca convertirse en la primera mujer presidenta del país. Luis Reyes, un evangelista, no cesa en su empeño de convertir a Venezuela en la primera República Cristiana. Acude a la contienda con el respaldo del Partido Socialismo y Libertad, Orlando Chirinos, quien formó parte de la revolución que lidera Chávez hasta el 2005, cuando organizó su propio partido. Y también busca alcanzar el máximo cargo de gobierno, Reina María Sequera de Peñaloza, una educadora que prometió eliminar la pobreza en Venezuela entregando un millón de dólares de la renta petrolera a cada ciudadano.