EL MUNDO
Un día de furia y división entre los chiítas de Irak
Los chiítas, mayoritarios de Irak, protagonizaron una masiva protesta contra EE.UU., pero uno de sus líderes llamó a reconocer al gobierno transitorio.
Por Ramón Lobo *
Desde Bagdad
Miles de chiítas seguidores del imán Murtada al Sadr convirtieron ayer la oración del viernes en una gran protesta contra la ocupación norteamericana de Irak. “Escucha Bremer; si lo haces otra vez te enterraremos”, “Cortaremos las manos a los que vuelvan a profanar la enseña del Islam”, gritaban a voz en cuello los manifestantes que avanzaban en decenas de columnas por Sadr City. Pero también ayer, el ayatola Mohammed Baqer Hakim, líder de la Asamblea para la Revolución Islámica en Irak, llamó a los países árabes y musulmanes a reconocer al Consejo Provisional de Gobierno organizado por los ocupantes.
Las protestas de ayer fueron la respuesta pacífica a lo ocurrido el miércoles, cuando un helicóptero de combate norteamericano trató de retirar una bandera negra (símbolo de El Mahdi, el duodécimo imán chiíta, al que se espera como un redentor) de una torre de comunicaciones. Al no lograrlo, un tripulante cortó la tela con una navaja. En la refriega posterior con una patrulla, que pasaba accidentalmente por delante de la mezquita de Al El Beit, murió un niño y otros cuatro civiles resultaron heridos. El mando de EE.UU. ha pedido disculpas y se ha comprometido a indemnizar a las víctimas. Ante esa misma torre herrumbrosa de comunicaciones, donde ayer ondeaban siete banderas en vez de una, miles de personas se dieron cita para orar y mostrar su cólera contra el ocupante extranjero. La calle, las aceras, las extensiones de arena que habían sido barridas de basura desde la mañana, todo menos las pútridas aguas estancas quedó tapizado de miles de alfombras, esterillas, plásticos, camisetas y cartones que servían para hincar las rodillas. Los fieles repetían consignas contra EE.UU. Las paredes de los edificios colindantes amanecieron con eslóganes pintados a mano, algunos escritos en inglés (Abajo América), y en todos los puntos elevados de la calle de la mezquita ondeaban banderas negras, verdes, rojas y blancas. Cuando llegaba una columna de manifestantes, en medio del silencio, se escuchaba un ruido sordo que crecía, el de sus manos golpeando rítmicamente el pecho.
El jeque Abdel Hadi al Taraji, enviado desde la ciudad santa de Kufa (al sur) por Murtada Al Sadr, dijo ante el micrófono: “Sabemos que los americanos no han venido por el bien de los iraquíes. No somos ingenuos como el criminal Consejo Provisional de Gobierno. Estados Unidos no es una organización de caridad; ha decidido ocupar nuestro país por sus riquezas estratégicas”. Los manifestantes, sentados sobre sus alfombras traídas de casa, agitaban el puño y respondían con una sola voz que retumbaba por doquier: “No, no a la ocupación; sí, sí al Islam. A las órdenes de Murtada, realizaremos una revolución como la de 1920 (levantamiento chiíta contra los británicos)”.
En la oración del viernes en Ciudad Sadr (renombrada así en homenaje al padre de Murtada, Mohamed, asesinado por el régimen en 1999), no hubo presencia norteamericana. Abdul Husein Mohamed, imán de la mezquita de Al El Beit, explicó a este diario que habían exigido a los mandos militares estadounidenses la retirada total de las patrullas en el interior del barrio. “Somos capaces de mantener la seguridad por nuestra cuenta, pero ellos no pueden aparecer por aquí.” Amyid al Tarfi, el organizador de la oración de la bandera, y representante de Murtala en Ciudad Sadr, aseguró sentado en una habitación de la mezquita repleta de carteles de los imanes asesinados y del partido Al Dawa: “Estamos contentos de que hayan derrocado a Saddam. Era un tirano y un ser injusto, pero cualquiera que ataque al Islam se convierte en nuestro enemigo”. Y agregó: “A veces los americanos actúan como si ellos fueran los terroristas”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.