EL MUNDO
La canciller que ya fue y el euro que puede llegar a ser
El asesinato de Anna Lindh puede revitalizar la campaña por el cambio de la corona por el euro en Suecia.
El primer ministro de Suecia, Goran Persson, anunció ayer que “la canciller de Suecia, Anna Lindh, murió a las 05.29 esta mañana, a causa de las heridas que sufrió en un atentado”. Más tarde, acabando con las especulaciones sobre una posible anulación, Persson declaró que el referéndum sobre el euro previsto para el domingo en Suecia se celebrará tal como estaba programado a pesar del asesinato de Lindh. Suecia decidirá el domingo 14 de septiembre si cambia la corona por el euro, pero desde ayer hasta el día del voto no se continuará la campaña. El miércoles, cuatro días antes de la consulta, los sondeos señalaban que el “sí” se encontraba detrás de las intenciones de voto por el “no”.
Las capitales europeas y de gran parte del mundo expresaron hoy su dolor por la muerte de Lindh, apuñalada anteayer en el centro de Estocolmo mientras hacía compras sin escolta policial. El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, y el Alto Representante de la Unión Europea (UE),
Javier Solana, se declararon consternados por la muerte de Lindh. “Nosotros la recordaremos como una política comprometida, valiente e inteligente”, declaró Prodi en Bruselas. Durante la presidencia sueca de la UE, en la primera mitad de 2001, Lindh se granjeó el respeto y la simpatía de sus colegas como presidenta del Consejo de los Ministros de Relaciones Exteriores de la Unión.
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, aseguró que la muerte de Lindh es un “golpe tremendo”. El presidente de Francia, Jacques Chirac, expresó su consternación por la muerte de Lindh en una conversación telefónica con Persson a quien le manifestó su “gran tristeza”. El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Igor Ivanov, calificó el asesinato de Lindh de “gran tragedia” y de “enorme pérdida”. Para el secretario general de la ONU, Kofi Annan, la muerte de Lindh supone la pérdida de una persona de excepción en la escena política europea e internacional. El canciller británico Jack Straw calificó de “terrible tragedia” el asesinato de su homóloga de Suecia. “Anna era una buena amiga mía. Este es un acontecimiento espantoso.” El canciller alemán, Gerhard Schroeder, consideró la muerte de Lindh una “grave pérdida” para Europa y la socialdemocracia europea. El presidente del gobierno español, José María Aznar, envió un telegrama a Persson donde decía que “Lindh era una de las más decididas partidarias del ideal europeísta”. El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se mostró “conmocionado” por la “muerte trágica” de Lindh. Italia ostenta este semestre la presidencia rotativa del Consejo de la UE.
El asesinato de Lindh causó estupor en el exterior y removió internamente una polémica no resuelta sobre la eficiencia y cometidos de la policía de seguridad (SÄPO). En 1986 un atentado costó la vida del entonces primer ministro Olof Palme, también en pleno centro de Estocolmo. Palme tampoco llevaba escolta esa noche, según se dijo por su expreso pedido. Una serie de insólitas omisiones documentadas en una investigación oficial sobre la actuación policial en el caso Palme fue objeto de debates en la prensa y 17 años después siguen en el misterio. En el caso de Anna Lindh, la propia naturaleza de su cargo de ministra de Exteriores, en el que a veces debe asumir resoluciones que afectan a ciudadanos de terceros países, la convertían en un hipotético objetivo de un atentado.