Miércoles, 10 de septiembre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA AL INTELECTUAL SAMUEL PINHEIRO GUIMARAES
El diplomático brasileño Pinheiro Guimaraes afirma que la candidata Silva y los sectores que representa proponen otro modelo de inserción internacional. Sostiene que al país del norte le interesa desmontar el bloque sudamericano . “La verdad es que Estados Unidos nunca olvidó el espíritu del proyecto del ALCA”.
Por Darío Pignotti
Página/12 En Brasil
Desde Brasilia
“Estados Unidos seguramente comparte las directrices de política externa planteadas por (la candidata) Marina Silva; si fuera electa sería el triunfo de un modelo diplomático similar al que tuvimos en Brasil durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2003)”, declaró a Página/12 el embajador Samuel Pinheiro Guimaraes, ex secretario general de la Cancillería durante el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011).
Pinheiro Guimaraes integró, junto al ex canciller Celso Amorim y el asesor Marco Aurelio García, la troika responsable del diseño de la diplomacia con acento en las relaciones SurSur iniciada por Lula y continuada por Dilma Rousseff.
La presidenta, candidata a la reelección en octubre, “adoptó medidas muy correctas sobre el Mercosur, se plantó frente a las operaciones de inteligencia norteamericanas y resistió las presiones para la compra de aviones de guerra estadounidenses”, enumera Pinheiro Guimaraes desde su oficina en el piso 17 de un edificio con vista a la Explanada de los Ministerios, la avenida por donde circula el poder en Brasilia.
En el programa de gobierno presentado por Marina Silva se formulan críticas filosas a la política externa del Partido de los Trabajadores definida como “ideologizada” y “partidizada”, emulando el lenguaje despectivo empleado por banqueros y diplomáticos tradicionales.
–¿Cómo imagina las relaciones exteriores bajo un gobierno de Marina?
–Considero que la candidata Marina encarna la anulación del progreso logrado en estos 12 años. Ella y los sectores a los que representa buscan otro modelo de inserción internacional, que se traduce en el propósito de debilitar el Mercosur con el pretexto de hacerlo más abierto al mundo.
–¿Sería el fin de toda aspiración de una diplomacia independiente?
–Hasta ahora la única vez que escuché a Marina hablar de independencia, fue para mencionar la independencia del Banco Central (risas).
–¿Washington apuesta a Marina?
–No estoy en Washington como para decir lo que piensan. Ahora bien, hay intereses de Estados Unidos que fueron perjudicados durante los gobiernos de Lula y Dilma, y es claro que el candidato que más les gustaba era Aécio Neves (del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, tercero en los sondeos, prácticamente sin chances).
La embajada norteamericana adoptó un perfil bajo en estas elecciones, pero esto no debe confundirse con que sean indiferentes a lo que pase, saben que hay mucho en juego. En Washington anhelan que se retomen proyectos de la era “tucana” (apodo con que se conocen los socialdemócratas de Fernando Henrique Cardoso), no nos equivoquemos: Estados Unidos sabe que en estas elecciones está en juego la vuelta de los procesos para privatizar, parcial o totalmente, las grandes empresas estatales como Petrobras, el Banco de Brasil y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social.
–O sea, ¿EE.UU. apuesta a Marina pensando en un programa como el de Cardoso?
–Así es. Cuando Aécio Neves (apadrinado de Cardoso) se cayó en las encuestas, ellos se inclinaron, con pragmatismo, por Marina, porque ella representa lo contrario al PT. Marina no tiene cuadros propios, está rodeada de economistas “tucanes”. Además ella ha demostrado estar dispuesta a desmontar el Estado, reduciéndole su autonomía internacional, y de realizar una apertura neoliberal del Mercosur. Y no se olvide de que a Estados Unidos le interesa desmontar el Mercosur.
–¿Cómo se desmontaría?
–Puede ser con la eliminación de la cláusula que obliga a los países del Mercosur a negociar conjuntamente acuerdos de libre comercio con otros bloques. Ese punto, que hasta ahora no pudieron derribar, nació con las Actas de Asunción (firmadas en 1991, formación del Mercosur).
–¿Ese sería el primer paso si vence Marina?
–Luego, una vez eliminada esa cláusula, estará abierto el camino para la firma de acuerdos de Brasil, solo, con la Unión Europea (UE), sin la participación de los otros integrantes del Mercosur. Pero si la cláusula continuara en pie, es igualmente peligrosa la firma de un pacto entre todos los integrantes del Mercosur y la UE. Y esa negociación, que ya se inició pero avanza lentamente, probablemente se acelerará durante un gobierno de Marina.
–¿Qué consecuencias traería un acuerdo con la UE?
–Habrá muchas, una será la reducción de las tarifas (a las importaciones) industriales europeas afectando a nuestras fábricas, como ya lo he planteado desde hace tiempo. Este acercamiento sería mortal para el Mercosur: significará una ventaja extraordinaria para empresas europeas que podrán exportarnos sin que les cobremos tarifas, mientras no habrá grandes beneficios para nuestras exportaciones. Y una vez que llegamos a la hipotética firma del pacto de libre comercio con los europeos, que es lo que quieren los economistas de Marina, allí aparece Estados Unidos.
–¿De qué modo?
–Una vez firmado el pacto UE-Mercosur, al otro día Washington comenzará a pedir igualdad de condiciones comerciales, exigiéndonos un acuerdo de libre comercio. La verdad es que Estados Unidos nunca olvidó el espíritu del proyecto del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas).
A comienzos de la década pasada el entonces presidente socialdemócrata Cardoso sancionó al embajador Pinheiro Guimaraes por haber denunciado al ALCA, el cual quedaría enterrado años más tarde durante la Cumbre de las Américas celebrada en noviembre de 2005 en Mar del Plata, gracias a una coalición formada por los presidentes Lula da Silva, Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Evo Morales frente a un atónito George Walker Bush escoltado por el mexicano Vicente Fox.
–¿La tesis del ALCA puede ser recreada con otro nombre si Marina fuera electa?
–Todo me lleva a pensar que el proyecto norteamericano de integración hemisférica con apertura comercial, sanción de un sistema de leyes que privilegien a las multinacionales norteamericanas sigue vivo. Hay que tomar nota de lo que pasa con la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile). Entiendo que Estados Unidos se prepara para retomar esa propuesta en caso de que venza Marina. Las posiciones que ella ha planteado reflejan las aspiraciones de sectores empresariales y de grandes medios que no ocultan cierta nostalgia por los tiempos de la dependencia colonial.
–¿Cree que pese al repunte de Dilma en los sondeos al final Marina se impondrá?
–No, por el contrario, creo que a pesar de toda esta conmoción causada con la aparición inesperada de Marina (fue proclamada después de la muerte del candidato Eduardo Campos) Dilma va a ser reelecta. Creo que a lo largo de estos dos meses que faltan hasta el ballottage (26 octubre) las ideas de la ex senadora (Marina) van a quedar en evidencia.
–¿Cuáles serían los objetivos de un segundo mandato dilmista?
–Primero quiero mencionar que su política externa no tuvo diferencias con la de Lula, a pesar de que ella no tenga el mismo estilo. Ella trabajó bien para reforzar a los Brics, impulsó el banco de los Brics, fue firme a favor del ingreso de Venezuela en el Mercosur, a pesar de que Estados Unidos manifiesta su interés en sustituir al gobierno venezolano, y esta posición golpista encuentra eco en la gran prensa brasileña, en Cardoso, etcétera. En el segundo mandato la presidenta debería tener como objetivo reducir la vulnerabilidad externa de nuestro país, la dependencia de capitales especulativos para el pago de la deuda, porque crea un círculo vicioso que aumenta las tasas de interés. Es falso, es una mitología que las tasas suben para combatir la inflación.
–O sea, continuar las líneas maestras, pero hacer ajustes.
–Entiendo que habrá que diversificar nuestro comercio exterior para reducir nuestra vulnerabilidad comercial, dado que en estos años hemos aumentado las exportaciones de productos primarios cuyos precios no los decidimos nosotros. Necesitamos reforzar la exportaciones industriales porque Brasil corre el riesgo de ir hacia una especialización regresiva en la producción agropecuaria y mineral, acompañada de una contracción del sector industrial aliada a una atrofia de su capacidad tecnológica.
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