Desde Roma

El papa Francisco comienza hoy una visita de casi tres días a Turquía, un país que ha concentrado la atención del mundo entero en los últimos meses porque su territorio confina con el del llamado Estado Islámico creado por los fundamentalistas musulmanes. No sólo encontrará a las autoridades turcas y bregará por la paz, sino que hasta rechazó un auto blindado que le había puesto a disposición el gobierno turco. En cambio usará uno común, aunque más lujoso que el que utiliza normalmente en Italia. De todas maneras, no fue autorizada una audiencia pedida al Vaticano por Ali Agca, el turco que en la década del ’80 atentó con varios tiros contra Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro y que luego de años de cárcel está ahora libre en su país.

Después de haber visitado esta semana la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo, el papa Francisco cumple su sexto viaje al exterior en pocos meses. Esta vez para visitar Ankara, donde se encontrará con exponentes del gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan, y al día siguiente Estambul, donde visitará el hoy Museo de Santa Sofía, que en realidad originariamente fue una iglesia cristiana y luego una mezquita. También irá a la famosa Mezquita Azul, tal vez el edificio más famoso de Estambul, y la catedral católica del Espíritu Santo, donde celebrará una misa. Luego de visitar la Iglesia Patriarcal de San Jorge y el Palacio Patriarcal, donde se alojan las autoridades de la Iglesia Ortodoxa, se encontrará con el máximo exponente de la Iglesia Ortodoxa, Bartolomé I, patriarca de Constantinopla. “Ciertamente la situación (en Medio Oriente) continúa siendo muy grave, y seguramente el Papa aprovechará este nuevo viaje para seguir con su misión de mensajero de la paz”, dijo el secretario de Estado, virtual primer ministro del Vaticano, monseñor Pietro Parolin, en una entrevista con la televisión vaticana. En el viaje de retorno de Estrasburgo, el Papa había vuelto a hablar sobre la situación en Medio Oriente, subrayando que él personalmente “no negaba la posibilidad de un diálogo con el Estado Islámico”. Según Parolin, “hay que tratar de entender y resolver las causas del fenómeno. Y creo justo también denunciar a quienes les dan el apoyo que el Estado Islámico sigue recibiendo, tanto a nivel político como económico”, concluyó.

Del Papa se espera también un gesto de fraternidad hacia los ortodoxos, dado que el patriarca de Constantinopla está tratando de reorganizar la unificación de las distintas iglesias ortodoxas, pero también palabras de aliento para todas las minorías religiosas que se encuentran en las zonas en conflicto y que están sufriendo sangrientas persecuciones.

Después de haber sido un país que acogió a miles y miles de inmigrantes (por ejemplo, los judíos expulsados de España en el siglo XV y los judíos que escapaban de la Alemania nazi), y donde armenios ortodoxos, musulmanes, judíos y cristianos convivieron normalmente –no en guetos como en otros países–, con el nacimiento de la República de Turquía, en 1923, las cosas comenzaron a cambiar. Comunidades enteras de griegos ortodoxos fueron “canjeados” por varios cientos de miles de musulmanes que vivían en Grecia. También los armenios fueron perseguidos y los cristianos, que hace un siglo eran cerca del 20 por ciento de la población, hoy son apenas el 0,2 por ciento, mientras que el 98 por ciento de la población es ahora musulmana.

Según Mustafa Cenap Aydin, turco y uno de los fundadores del Instituto Tevere de Roma, una institución dedicada al diálogo intercultural y religioso, los turcos son musulmanes (“cuando nace un niño y lo van a registrar, si los padres son musulmanes, lo inscriben como musulmán”, contó a un restringido grupo de periodistas), aunque no demasiado practicantes. Pero desde que Erdogan está en el gobierno, es decir durante sus once años como primer ministro –desde agosto es el presidente de Turquía–, se creó un ente gubernamental para mantener la identidad religiosa. Este ente controla todas las instituciones musulmanas, elige los imanes y les paga un sueldo. También manda plegarias escritas cada viernes –día sagrado musulmán– para que los imanes las lean en las mezquitas y no improvisen. “El grupo político del presidente (el Partido Justicia y Desarrollo) instrumentaliza la religión con un objetivo político”, indicó el experto. “Los turcos están preocupados por el avance del Estado Islámico y no lo llaman musulmán sino el ‘peor enemigo’ del Islam en los últimos catorce siglos”, subrayó Cenap Aydin. También están preocupados por la “ambigüedad” del gobierno turco sobre este asunto y muchos se preguntan si esa pasividad no está ligada a intereses que quisieran el derrocamiento del presidente sirio Al Assad”, a quien el Estado Islámico está carcomiendo el país, concluyó.

En este contexto se espera también que el papa Francisco dé un consistente empujón al diálogo interreligioso y destaque las conclusiones a las que llegaron el Centro para el Diálogo Interreligioso de Cultura y Relaciones Islámicas y el Consejo Pontificio para al Diálogo Interreligioso, luego de un encuentro realizado en Teherán hace pocos días. Los asistentes, entre otros puntos, condenaron “todo tipo de extremismo y violencia, especialmente los cometidos en nombre de la religión”. Según el presidente de la Conferencia Episcopal turca, monseñor Ruggero Franceschini, profundo conocedor del Medio Oriente, “el diálogo con el Islam moderado es la única vía para evitar la derivación hacia el integrismo religioso”. Según el prelado, este viaje contribuirá a demostrar que los “cristianos no son enemigos del Islam. La palabra de Francisco servirá para mostrar que las religiones no pueden y no deben ser instrumentalizadas con fines políticos o económicos”.